El diamante, que para brillar ha de ser pulido y que es la piedra más dura que existe, es el símbolo de la perfección, del poder de la voluntad y del triunfo más absoluto. La energía de esta piedra preciosa es tan poderosa que refuerza, en conjunción con otras piedras, el poder curativo de éstas
El diamante no sólo ayuda al espíritu a abrirse al optimismo y a la felicidad, sino que también consigue que las personas apocadas salgan de su enclaustramiento y se relacionen mejor con los demás, compartiendo así sus sentimientos y emociones. Es capaz de canalizar la energía de nace del chakra del plexo solar y, además, atrae la prosperidad en el terreno económico.
Esta piedra extraordinaria consigue hacer vibrar a nuestro ser más profundo, y sobre todo a nuestro corazón. Un técnica que se utiliza precisamente para estimular este órgano tan importante, y tan vital para nuestro desarrollo tanto físico como espiritual, es la de dejar durante toda la noche un diamante dentro de un vaso de agua; al día siguiente tómate ese agua y te sentirás rejuvenecer.
Otra propiedad esotérica de los diamantes es que sirven para crear uniones resistentes a los obstáculos y altibajos, (no en vano se les relaciona desde antiguamente con las el matrimonio). Un diamante colocado en la cabecera de la cama de los cónyuges o amantes puede reforzar el amor entre ellos