Al igual que la mayor parte de los duendes, los aluxes son de una estatura muy baja, pero, en cambio, están perfectamente proporcionados y sus facciones y el color de su tez, tanto en los hombres como en las mujeres, son muy similares a las de los nativos de la región. Su comportamiento con los seres humanos es cordial, aunque en ocasiones ponen trampas o juegan bromas pesadas a los que se atreven a cruzar por sus dominios.
Acerca del origen de los aluxes, una leyenda difundida en todo el Yucatán, especialmente en la región de Uxmal afirma que:
…en una época inconcebible para el hombre, se produjo una terrible contienda entre una poderosa diosa benévola, de nombre Yaxchel, y un demonio maligno llamado Tixmahuac, que quería imponer su tiránica voluntad al Universo entero. En una terrible batalla, que duró eones, logró derrotarlo y matarlo, liberando de esa forma a los aluxes, a quienes Tixmahuac tenía como esclavos.
En agradecimiento por haberlos liberado, los duendes le ofrendaron a la diosa un huevo gigante, al cual ella cuidó e incluso incubó con el propio calor de su cuerpo. El proceso siguió su curso, y a los veintiún días surgió del huevo una extraña criatura, que parecía una copia diminuta de un hombre. Yaxchel, la diosa, lo adoptó como un hijo, esperando que creciera, pero el niño conservó por siempre el aspecto y el tamaño con los que había nacido.