La terquedad podríamos definirla como el intento de afirmarse frente a otro, como igual o con superioridad. Las edades de la oposición comienzan en la infancia, tenemos en primer lugar, los 4 años; a esta edad el niño toma conciencia de su personalidad naciente y la afirma oponiéndola a la de los demás. En esta lucha el niño observa que la terquedad le proporciona cierto poder, con sus iguales y con los adultos. A medida que el niño va creciendo, aprende que existen otros modos de hacerse respetar y valorar. Otras veces, sin embargo, estas pautas de comportamiento no evolucionan, y se mantienen en la edad adulta.
En el momento que tomes confianza en ti misma, te valores y veas a los demás como iguales, desaparecerá este sentimiento de inferioridad que tienes. Dejarás de estar a la defensiva y te darás cuenta que, con flexibilidad en vez de obstinación, conseguirás tus propósitos además del respeto de todos.
¿Cuál es la solución para la terquedad?
He aquí la respuesta de la Biblia.
Como verás, es una solución simple.
Pero no es fácil.
Ni es agradable.
La solución para que dejes tu obstinación es…
Sé humilde.
Punto.
La terquedad no es más que un subproducto del orgullo con el que muchos estamos acostumbrados a conducirnos en la vida. Reconócelo.
Sin humildad no hay fin a la terquedad.