A veces no podemos evitar aliarnos con una persona, en contra de otra; nos ocurre involuntariamente, casi cada vez que nos juntamos con esa persona. Por ejemplo, el padre con su hija, contra la madre, y luego podremos quizás observar la alianza contraria: madre e hija contra el padre. Se produce cuando un adulto no consigue vivir una relación de a dos sin introducir una tercera persona, en nuestro ejemplo el padre no consigue relacionarse con su mujer sin introducir a su hija, y al introducir a la hija, la utiliza en contra de la madre: hacen frente común contra la madre. Estas triangulaciones muestran la presencia de un excluido, el manipulado, el triangulado (aquí la hija) representa a un excluido que, al no ser reconocido – aquí por el padre-, parasita la relación padre-madre. Y el sistema manifiesta su presencia a través de la hija. Se puede hacer uno solo (haciendo uno de todos los papeles), aunque es más fácil entre tres o cuatro personas, la persona se imagina a sí misma, a su aliado, y a la tercera persona, la despreciada por los dos primeros. Se pone en cada uno para sentir la posición y el movimiento si lo hay. Así puede observar cuales son las relaciones entre los tres. Ahora añade o imagina a un excluido detrás de su aliado, y se da cuenta de lo que cambia, va a permanecer un tiempo en el excluido y en sí misma, hasta que pueda sentir amor de nuevo hacia el excluido, re-incluirlo y soltarlo. Hasta que el excluido se vaya, con gusto, después, observas como la relación con tu aliado ha cambiado. Ahora miras a la persona a la que menospreciabas y también vives el cambio que se ha producido. Para terminar, experimentas la nueva relación entre los tres; el despreciado y el excluido ya han salido del campo de exclusión y las dos primeras personas han salido del campo de la manipulación. A veces uno podrá averiguar quién era el excluido.
Autor: Brigitte Champetier de Ribes.