Gran parte de los problemas en el mundo de la pareja no se deben a la falta de amor si no más bien a las dificultades para gestionarlo y vivirlo de manera que procure bienestar. La buena gestión del amor nos invita a esperar lo que sí podemos esperar y a no esperar lo que está más allá de lo posible. Algunas personas, quizá sin darse cuenta, transfieren a su pareja el deseo de recibir lo que les quedo pendiente en su infancia y el deseo de curar lo que quedo herido cuando eran niños. Al ser la pareja un vínculo tan profundo se actualizan en ella los anhelos y los temores más infantiles. Por esto en la pareja se pueden vivir los más intensos tormentos emocionales, las más grandes desdichas y turbulencias, o bien el mayor de los éxtasis y las dulzuras junto con la pasión, la amistad y el acompañamiento. En ocasiones, con suerte, a través de la pareja logramos compensar o reparar algo de lo que nos pasó con nuestros primeros vínculos pero sólo cuando se trata de un poquito. Cuando es mucho lo que quedo pendiente resulta demasiado esperarlo de nuestra pareja, porque a pesar del amor, no puede darlo principalmente porque no corresponde. Las parejas no pueden dar lo que no se pudo recibir de los padres. A lo sumo un poquito. Aprendemos algo importante: con la pareja nos despedimos de la infancia. La pareja es el camino que nos lleva a crecer como adultos. Nos exige algo más que ser niños dependientes.
JOAN GARRIGA