La ayuda a los demás es una de las cualidades más hermosas que posee el ser humano. Sin embargo, suele ser también bastante controvertida tanto para quien la practica como para el resto de las personas.
Está comprobado científicamente que hay un impulso de ayuda hacia los demás, incluso cuando no son familiares nuestros, que se identifica como altruismo. Esta reacción más o menos primitiva es la que justifica que el cristianismo inventase la noción de caridad como amor universal al otro y que, hoy día, las sociedades más avanzadas defiendan la idea de solidaridad como un elemento imprescindible de su ordenamiento.
Lo cierto, ahora bien, es que hay mucha gente que decide en un determinado momento que esa disposición natural hacia los demás pueda ser su forma de vida natural. Y allí es cuando, en ocasiones, surgen los problemas. Vamos a aprovechar para aclarar un par de puntos básicos.
En primer lugar, hay un mito que defiende que la ayuda a los demás ha de ser siempre gratuita, y eso es un error. Es bueno que, en ocasiones, se brinde una ayuda sin pedir nada a cambio porque la persona no tiene recursos, pero también es bueno que haya profesionales que puedan vivir de ello por dos razones:
Valorizar el trabajo que hace quien brinda la ayuda que, de esa forma, podrá percibir de forma correcta que lo que hace no es tirar la energía.
En segundo lugar, permitir que haya gente que pueda dedicarse plenamente a profesiones de ayuda y concentrar allí todas sus energías.
En segundo lugar, la ayuda a los demás también implica unos ciertos límites dependiendo de la situación, del lugar en el que se imparte y de la propia persona a tratar. Hay que entender que los límites son sanos porque permiten evitar situaciones de dependencia patológica y que la ayuda ofrecida llegue como efectivamente tiene que llegar.
También es importante entender que en muchas profesiones de ayuda hay un desgaste emocional importante, por lo que también se sugiere que las personas que se dediquen a estas actividades tengan otros ámbitos de vida que les ofrezcan algo de distensión y descanso.
Creo que ayudar a los demás es algo hermoso y que tiene que ser vocacional porque, si no, difícilmente se durará mucho en ello. Pero, aún así, es bueno que siempre haya un equlibrio entre las dos vertientes para que la persona pueda trabajar lo mejor posible