Le envías un WhatsApp y tarda en contestarte, ¡pero si está en línea! ¿Con quién chateará tanto? ¿Y ese ‘ex’ suyo que dice que es su mejor amigo/a? ¿Cómo puede irse de copas con alguien que le ha visto desnudo y que no pase nada? ¿Y por qué se arregla tanto para ir al curro cuando antes no se ponía ni desodorante? ¡Hay alguien más, seguro! ¿Su mejor colega, esa compañera buscona o, tal vez, aquel primo segundo que abraza más de la cuenta? Tómate un respiro o una aspirina, porque si quieres que rompan contigo lo estás haciendo muy bien.
Los celos son un sentimiento bastante normal en la dosis adecuada, nacen cuando tenemos miedo de perder el afecto de alguien. Nuestra sociedad vive en el engaño de que no sólo debemos sufrir por amor, sino que, además, si no estás celoso no amas de verdad a tu pareja. Y no lo decimos nosotros, sino una de cada dos canciones de reggaetón y la mayoría de las baladas. El primer ataque de celos lo vivimos de niños, cuando empezamos a darnos cuenta de que somos individuos separados del resto y que, por tanto, tenemos que competir por el amor de los otros, sobre todo, nuestros padres. Algo que los psicólogos llaman ‘proceso de individuación’, y que para algunos puede durar toda una vida.
Porque lo más difícil es entender que el otro no nos pertenece y la posibilidad de perder el amor ajeno es la que menos toleran las personas celosas y posesivas, que acaban consiguiendo justamente lo que más temen: que las dejen de querer por pesadas, por obsesivas; porque imaginando enemigos, los invocan. Aquí te damos cuatro buenas razones de por qué ser celoso no sólo acabará contigo sino con todo lo que, poco a poco, habéis ido construyendo entre los dos:
1. Las personas inseguras no resultan atractivas
Quien más y quien menos, a no ser que sea un narcisista de cuidado, sufre bajones de autoestima, pero cuando te infravaloras y buscas el amor ajeno y no el propio, te conviertes en una persona muy vulnerable, tu personalidad se difumina y terminas borrándote solito del mapa. Todo lo que enamoró al otro de ti se diluye y cuando eso ocurre, cuando no nos queremos, lo transmitimos a los demás.
El mensaje que mandamos a aquél a quien queremos enamorar es: “Valgo tan poco que no sé ni por qué me quieres, pero ¡quiéreme, por favor!”. ¿Qué eres, un perrito abandonado?
2. El amor se basa en la confianza, detective
Es pura supervivencia, todos los animales se ponen alerta para sobrevivir en un entorno hostil plagado de peligros, pero el peor depredador de todos está en tu cabeza y no en tu manada. Una relación de pareja saludable debe basarse en la comunicación y la confianza y si alguna de ellas falla no podrá avanzar bien. Cuando somos desconfiados nos volvemos paranoicos, estamos más atentos de lo que hacen los otros que de nosotros mismos y nos pasamos el día indagando y buscando enemigos imaginarios, lo cual genera un estrés continuo en la relación que acaba provocando discusiones cada vez más violentas.
3. Si le cortas las alas, cortará contigo
Al no asumir que el otro es tan libre como tú y que te ha elegido, como tú lo has elegido a él, te conviertes en un cazador de adversarios. Para evitar a un ‘roba-novi@s’, actúas como un policía del amor: le prohíbes que vea a sus amigos, le llamas a todas horas preguntándole dónde está y con quién, acaparándolo no para pasar un tiempo de calidad juntos, sino para vigilarle. Con este panorama no te sorprenderá que alguien se agobie —si es que nos estamos agobiando hasta nosotros solo de pensarlo…, y cuando metes a alguien en una jaula, ya no eres su pareja, sino su carcelero.
4. Ni se le había pasado por la cabeza engañarte, pero ahora que lo mencionas…
O sí lo había pensado, pero la imaginación es libre. ¿O tú no fantaseas? Ahora bien, lo que sí conseguirás si sigues hablándole de ese compañero de trabajo o esa amiga soltera que, en tu opinión, está coladita por él es justo eso, darle ideas. Porque lo que tú quieres decir es: “¡Ojo, que ése tiene otras intenciones!” (infundadas o no). Pero lo que ellos de verdad entienden es: “Esta persona debe ser la hostia” o “no me había fijado antes en ella, pero igual se me escapa un coqueteo”. A todos nos gusta que nos suban la autoestima y mientras el tuyo cae en picado, tu pareja se siente el ‘guilty pleasure’ de tus mil y un enemigos. ¿Y sabes qué más? Que ese fantasma (real o no) también lo nota, y si no tenía ninguna intención de ligar con tu novio, con tus inseguridades has abierto esa posibilidad.
Hay una explicación científica a por qué los celos nos empujan en brazos de otros. De acuerdo con el experto en relaciones Álex Moliner: “Para nuestro cerebro es imposible no pensar en algo. Según la conocida Teoría de los procesos irónicos (Wegner, 1994), si yo te digo ‘no pienses en un elefante rosa’, lo primero que hará tu mente es representar un enorme paquidermo rosado. No podrás dejar de verlo.
Con los celos ocurre algo semejante, cuando nos mostramos celosos respecto a una tercera persona, lo que estamos haciendo es llamar la atención sobre el objeto de nuestros celos, al que hemos convertido en un enorme elefante rosa que ahora capta la atención de nuestra pareja, cuando quizás previamente ese interés solamente existiría en nuestro miedo”.
Aún estás a tiempo de no ser esa clase de pareja tóxica sobre la que tanto escribimos en Código Nuevo, si te armas de paciencia, trabajas tu autoestima y aceptas que las hay más rubias, o más cachas, más inteligentes (sí, es probable) y también bastante peores. Pero te eligió a ti. Que el amor es para toda la vida o hasta que dure, y si sigues anticipándote a una infidelidad o una ruptura, lo conseguirás antes de lo que tarde en girarse para mirar a otra.
http://www.codigonuevo.com/los-celos-son-el-camino-mas-rapido-para-hundir-tu-pareja/