Las emociones que reprimimos tienden a querer salir, por eso vivimos la vida enfadados, tristes, rabiosos, melancólicos, felices…. etc. Por eso acabamos impidiéndonos, o teniendo serias dificultades en sentir, todas aquellas emociones que no están impresas en nuestro circuito neuronal.
Hay momentos en los que nos sobrevienen impactos emocionales a los que no estamos acostumbrados, es en ese momento cuándo podemos, sintiendo conscientemente esa emoción que nos llena, comprender que es una energía, aceptarla como tal sin impedir su evolución, e interpretarla cómo una experiencia más para aprender de ella.
Esto suele ser más fácil con aquellas emociones qué denominamos buenas y positivas, y más difícil con aquellas que denominamos malas o negativas y no nos gusta sentir. Aunque en muchos casos estamos enganchados a ellas mediante péptidos segregados en el cerebro, que acaban convirtiéndose en casi la única vía posible de respuesta.
Tanto si son emociones nuevas cómo aquellas que se repiten mayoritariamente en nuestro día a día, el acto de consciencia de estar atento a ellas, produce no seguir a su merced, sino verlas desde un punto más elevado, como si fuera otro el que las está sintiendo pero que a la vez eres tú.
Es un proceso extraño y a la vez complicado, ya que la mayoría de las veces acabamos sucumbiendo, aunque solo sea momentáneamente, a ese torrente de energía que recorre nuestro cuerpo.
Solo es después de un momento, y si ponemos nuestra intención en ello, que podemos analizar los acontecimientos desde ese punto, podríamos decir más elevado o en tercera persona, que nos permite un entendimiento más objetivo de los hechos.
A medida que este estado de atención se reproduce en el tiempo podemos ser cada vez más conscientes de que no somos esas emociones, sino aquello que las siente. Es éste un punto crucial y muy minoritariamente tenido en cuenta. Aunque cada vez haya más seres humanos que empiezan a ser conscientes de él.
Solo es a partir de la exploración, sin límites o prejuicios, de ese punto tan crucial, que es posible entender el tema de los distintos niveles de conciencia y su importancia en el modo de ver el mundo que nos rodea.
Ha llegado el momento de que nos percatemos de que no somos la máquina biológica que usamos, sino aquello que la usa para tener experiencias.
Y “aquello” es la consciencia, inteligencia universal, campo cuántico, o como queráis llamarlo.
Y es en la comprensión de este “aquello” por lo que danza la vida.
Sólo tú puedes hacerlo….nadie más.
¿ vas a seguir desconectado?