Déjate llevar, déjate fluir para poder recibir
Es muy frecuente que en nuestro diario vivir, inconscientemente, nos obligamos, nos maltratamos y nos exigimos demasiado a nosotros mismos, ya sea en nuestras labores profesionales, como padres, hijos, pareja y demás roles que cumplimos a diario, a tiempos completos.
Y, ¿cómo no?, si desde pequeños estamos acostumbrados a estar comparándonos con lo que los demás tienen, hacen, alcanzan, usan, a dónde van, qué bienes materiales y profesionales logran y es entonces cuando emprendemos una gran lucha por cómo llegar tan o más lejos que los otros y cómo acumular todo lo que deseamos.
Nos dejamos envolver por los parámetros de conducta y supuestos “logros” que establece la sociedad y que se supone, de acuerdo a nuestra edad, debemos haber cumplido o realizado.
La presión puede ser que tal que muchos son los que se pierden de vivir lo realmente importante por desgastarse a más no poder para demostrarle al mundo, a su familia, a sus amigos, a sí mismos, hasta dónde pueden de llegar y lo que son capaces de obtener. (Como si todos esos logros materiales, económicos y profesionales nos los fuéramos a llevar cuando ese traje llamado cuerpo esté unos cuantos metros bajo tierra.)
He aprendido que cuando fluyes, cuando sueltas, cuando te rindes ante la vida, el universo, Dios, la fuente, la energía, la divinidad (como quieras llamarle, si reconoces que hay algo más grande que tú) te empieza a llegar lo que deseas y esto es porque dejas de bloquear . Es entonces cuando recibes todo lo maravilloso que hay para ti: llámese abundancia, prosperidad económica, familia, pareja, amigos, salud, cosas materiales; en fin, los deseos del corazón se empiezan a concretar, a materializar.
¿Quien conoce el caso de alguna pareja que es tanto su deseo por tener un bebé que hasta que no dejan de pensar en ello, la vida se los manda?
Y es que si nos aferramos a la idea de que merecemos tal o cual cosa y no la soltamos porque, según nosotros, eso tiene que suceder a como dé lugar, lo que muy probablemente recibamos es frustración, angustia, tristeza, desesperación y obviamente pérdida de energía. (Garantizado y en cómodos plazos que tú eliges)
Levantamos, además, una muralla de doble concreto y la vida de difícil pasa a convertirse en un verdadero infierno. (Te lo digo con TODO el conocimiento del caso.)
En medio de esta espera por recibir lo que nosotros creemos que es lo mejor para nuestra vida, es muy frecuente que nos preguntemos: ¿cómo es posible que todavía no llega?, ¿porqué se tarda en suceder?, ¿cuándo va a llegar?, ¿qué más tengo que hacer? ; ¿qué he hecho mal, si otros tienen lo que deseo y son peores que yo? ¿cuánto más tengo que esperar?
Acá es necesario asimilar, digerir y tener claro aquello que dice que “todo lo que pasa debajo del cielo tiene su momento” y que si realmente eso que deseas te vibra desde el corazón, —que es un deseo que fue depositado ahí porque se te dará— entonces llegará.
Lo que está para ti será, pero en el momento de adecuado. Y debes comprender que si todavía no llega es porque; o te falta más preparación para recibir eso que tanto deseas o debes digerir que eso que tú crees merecer es tan solo una idea, un capricho que el ego ha alimentado en la mente.
Por otra parte, si llevas mucho tiempo intentándolo y no sucede, de pronto la vida te está hablando, te está haciendo ver que es necesario cambiar de objetivo, buscar por otro lado, esperar o quizás iniciar un plan B. Acá es donde debemos analizar cuándo realmente deseamos algo de corazón y cuando es el ego el que lo desea. Cuando se trata del ego, es mejor replantear nuestra meta y nuestro rumbo. Pero antes claro está, debemos estar consciente de eso.
Y es que No todo lo que nosotros creemos que es bueno y nos corresponde, lo es. En ocasiones la vida misma nos salva de ello y nos lo deja saber, es cuando nos percatamos y accedemos a modificar las situaciones, sea en el camino profesional, familiar, amigos o relaciones. Pero quienes no analizan y siguen ceñidos en que lo que ellos creen es la verdad, nada más que la verdad y solo la verdad, van por la vida como los caballos que solo ven en una dirección, aún cuando el universo les está diciendo que miren 360 grados a su alrededor.
Aquellos con esa actitud reciben más de lo que no quieren, porque a lo que te resistes, persiste. Por eso es necesario pensar, analizar, para qué me está sucediendo lo que tengo que enfrentar y cómo me acerca o me aleja de la meta u objetivo que tengo.
Definitivamente si repetimos patrones de conducta, quizás avanzamos, pero no tanto como queremos porque volvemos a hacer lo mismo de siempre. Por ejemplo, hay personas que no salen de una relación de pareja tormentosa para entrar en otra igual de complicada y no será precisamente el amor real que esperan; hay quienes buscan un trabajo y su anhelo es tal o cual posición pero no lo logran y aunque cambien de empresa no se sienten realizados porque, como no analizan qué es lo que ha pasado en su vida y qué es lo que han hecho mal o cómo pueden superarse para llegar hacia lo que realmente sienten que les hará sentirse realizados, entonces siguen haciendo las cosas iguales y avanzan en círculo, no hacia delante.
Debemos identificar, además, si lo que estamos haciendo es un simple capricho que puede rayar en obsesión, porque al final no engañas a nadie más que a ti. Por ejemplo: conozco más de una persona que lo único que desea es demostrarle a sus allegados que logró un “buen partido” (sí, todavía en esta época, aunque parezca increíble muchos solo buscan una estabilidad económica a través del matrimonio) engañándose a sí mismos y literalmente teniendo confites en el infierno, porque por más estatus social que logren, casa, autos y lujos, al final del día eso no es la felicidad. Pagan un precio alto por no escuchar su corazón sino a su ego y quedar bien con los demás o demostrar que sí pudieron (echarse la soga al cuello, claro está). NO nacimos para demostrar, nacimos para crear, para gozar, para superarnos, para apoyarnos, compartir.
Recientemente alguien me consultaba vía twitter: ¿cómo le hago, si es que Dios, la vida, como le digas, ya se demoró demasiado en darme lo que deseo?
Mi respuesta fue que quién le garantizó que eso que piensa se merece debía llegar a su vida, que quién le dijo que eso es lo mejor que puede esperar de la vida y además, quién le había establecido el plazo en que se supone debería llegar.
Nadie nos puede garantizar nada respecto a nuestra vida. Que yo sepa no se trata de la entrega de unos muebles que compraste y esperas para el martes de la siguiente semana. La idea es ir descubriendo lo que nos conviene con la guía del corazón y la intuición.
Cuando las cosas no suceden o la vida nos está preparando para el momento oportuno es mejor soltar, fluir para avanzar; observar alrededor todo lo que tenemos, empezar a valorar y agradecer lo que sí se nos ha regalado y concedido y tratar de entender qué es lo que se quiere de nosotros, hacia donde debemos ir.
Bien dicen que si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes, así que mejor busca lo que tu corazón te dice, no tu mente o tu ego y camina. Lo maravilloso de la vida es que en segundos todo nos puede cambiar todo. Y si fluimos es más rápido.
Nada ganamos con aferrarnos a un deseo o una meta. Solamente atraeremos frustración, tristeza, desánimo, depresión, puesto que no tenemos el control de si va a suceder, si va a ser como nosotros decimos o deseamos y cuando nosotros esperamos.
Por eso cuando pedimos o visualizamos aunque lo debemos hacer en GRANDE, porque todos merecemos lo mejor y por lo general nuestras peticiones son minúsculas, tampoco podemos obsesionarnos con eso. Si es necesario hacer nuestra parte, echarle todas las ganas del mundo para que suceda pero sin esperar realmente que eso se va dar. Simplemente es confiar que si es lo mejor para ti, será, y sino será un escalón para lo bueno que la vida te tiene preparado. Siempre vamos a ganar, si siempre tenemos la actitud correcta, algo bueno y hasta mejor de lo que deseamos va a llegar. Así que podemos pedir y muy en grande pero es necesario, soltar, no estar afanados a esa situación, persona, trabajo o deseo, porque si lo hacemos bloquemos.
Por eso te digo: suelta, déjate llevar, déjate fluir, para poder recibir.
Y recuerda: sonríe, agradece y abraza tu vida!
http://www.huffingtonpost.com/christopher-barquero/dejate-llevar-para-recibir_b_1677733.html