La Historia es un monstruo polihedrico que siempre nos da la razón.
Se puede empezar con un ejercicio personal para comprobarlo. Cuando estás bien, tu relato autobiográfico es muy diferente al de cuando estás mal. El pasado se ajusta teleologicamente para justificar el presente. El pasado puede cambiar, y llevando esto al límite podemos citar aquello de que no existen hechos sino interpretaciones.
Pasa también con las historias que se cuentan los países a sí mismos, que puede variar mucho en función del ánimo presente o de la implantación de proyectos políticos determinados.
Si aceptas la tesis, la Historia que todos conocemos, esa historia lineal y progresista y universal que nos han explicado en el colegio, queda en entredicho. Porque lo primero que se deriva de todo ello, además de la constatacion contrafactica de miles de ejemplos que prueban que la linealidad es una ilusión y que más bien los tiros andarian por una contingencia permanente y sin sentido histórico de fuerzas en liza (el relato lo escriben los vencedores), es la posibilidad real de que los otros pasados posibles puedan siempre ser reactivados.
Qué son los otros pasados posibles? Muy simple. Tradiciones culturales enterradas, tradiciones de conocimiento olvidadas, tradiciones soteriologicas desterradas en bibliotecas, tradiciones nacionales vencidas.
Uno se pregunta dónde ha estado, dónde está, y dónde estará la magia en el futuro.