Los lazos que me aprietan son los mismos que me impiden volar
Si me siento encerrado no podré despegar, no podré volar; si no me siento libre, mis alas jamás se abrirán. Sabiendo esto, ¿por qué hay personas que permanece atadas a relaciones que le desgastan por dentro? La clave podría estar en la necesidad de ser amado, considerado o valorado.
El miedo a la soledad o al aislamiento estaría en la base de la dependencia emocional, la cual contribuye a crear lazos demasiado tensos y rígidos. Las personas que sufren de esto no pueden imaginarse sin una relación afectiva o alguien que constantemente cubra sus necesidades emocionales. En el momento en el que se sienten solas o acaban una relación buscan otra de manera casi inmediata, por el miedo a sentirse desprotegidos o abandonados.
Cuando deseamos volar queremos sentirnos ligeros, queremos tener un nido al que volver, el cual debemos construir para que sea nuestra base de seguridad. Sin embargo, una vez conseguidas las herramientas, intentemos despegar y ver qué hay fuera, qué queremos y sobre todo, disfrutar del vuelo.
Si hemos creado unos vínculos dañinos o pobres, este vuelo no será posible ya que me impedirá subir a lo más alto y observar desde allí un nuevo punto de vista. Atado al nido no es posible ver todo lo que me rodea.
Siempre decisión y no necesidad, es lo que nos hace personas fuertes, enteras y seguras.
Una buena autoestima como pieza fundamental del puzzle
Las características que definirían a personas que crean estas uniones tan rígidas y saboteadoras de su libertar de elección serían:
Dificultad para tomar decisiones por sí mismas.
Necesidad constante de afecto e interés por parte del otro.
Baja autoestima.
Búsqueda de aprobación de los demás.
Continuas relaciones sentimentales.
La pieza más importante, y que al mismo tiempo podría actuar como desencadenante de los demás factores, podría ser la baja autoestima. Las personas con baja autoestima se sienten débiles e indefensos, no suelen fiarse de su criterio y por ello buscan esa seguridad en el exterior.
Si conseguimos hacernos fuertes y construir una buena base de autoestima podremos edificar sobre ello y conseguir una buena relación sentimental. Cuando me siento seguro de mí mismo soy capaz de decidir qué quiero y en qué momento, esto me permite tejer unas alas que me darán la capacidad de volar y encontrar mi sitio.
Dos personas fuertes e independientes toman la decisión de iniciar un camino juntos, pero teniendo en cuenta los pros y contras del contrato. Así, serán capaces de discernir y tomar buenas decisiones: la base estará construida sobre buenas autoestimas y buenos juicios y no sobre necesidades o vínculos débiles y ansiógenos.
Trabajo personal para tejer mis alas
Trabajar la dependencia con el otro es un trabajo personal, de búsqueda interior. ¿Qué me puede faltar a mí y necesito buscar en el otro? Esta podría ser la pregunta clave. El tener un espacio para nosotros dentro de la relación nos da tiempo para preguntarnos si lo que nos aporta el otro es lo que queremos o si nos da lo que creemos merecer.
Si prescindimos de este espacio y no nos damos permiso para pensar y estar solos, no podremos valorar lo que tenemos ni reflexionar sobre lo que queremos. Y lo más importante, nunca encontraremos la libertad para decidir si queremos volar o permanecer donde estamos.
La dependencia emocional nos dificulta la tarea de apreciarnos porque buscamos fuera lo que nos falta dentro y nos dificulta el trabajo y la búsqueda interior. Párate y piensa, ¿me hace feliz?, ¿me siento valorado?, ¿me ayuda a ser mejor de lo que soy?, ¿me impulsa o me retiene?
La cuestión más relevante en un vínculo sano: podría vivir perfectamente sin el otro, pero me he dado cuenta de que estoy mejor con él o ella. Siempre decisión y no necesidad, es lo que nos hace personas fuertes, enteras y seguras. Esforcémonos por trabajar nuestras alas, llamadas autoestima, démonos la libertad de volar y elegir.
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