El poder magnético del elemento igneo dentro del corazón no puede ser negado por ninguna inteligencia o poder en ningún reino humano o divino. El método por el cual el fuego sagrado puede ser atraido, enfocado, moldeado y dirigido, se diferencia de acuerdo al adelanto espiritual, al igual que el del rayo natural al cual pertenecemos cada uno de nosotros.
Para poder desarrollar los poderes de invocación dentro de él mismo, el individuo debe primeramente reconocer que dentro de su corazón está localizado el rayo y la Presencia del poder de Dios en ti, el cual contiene dentro de si el patrón de su futura grandeza, como la semilla contiene dentro de si el patrón de la futura flor
Este foco dentro del corazón es conocido como la triple llama de la vida en su estado durmiente se la conoce como una chispa de divinidad, pero cuando el individuo consciente llega al sendero, esta pequeña chispa toma la forma de la presencia de Dios en miniatura y empieza a crecer y expandirse en tamaño hasta que finalmente emerge desde su célula sellada en la cual ha morado y toma el mando de su cuerpo físico como la majestuosa Presencia y poder del Yo soy. Este es el segundo nacimiento al cual se refieren tantas veces las enseñanzas espirituales del pasado.
El reconocimiento y la aceptación de esta Presencia de Dios dentro del corazón y la convicción y el sentir que a través de esa Presencia y de la Autoridad de su Poder se puede invocar y atraer de cualquier parte del universo el poder o los poderes que sean necesarios para prestar la asistencia en el medio ambiente en el cual él está e¡al presente funcionando, hace al individuo un ministro del fuego Sabrado el cual es capaz, mediante su eficacia, de incrementar, invocar y dirigir la presencia flameante para el estimulo de sus hermano y la liberación total de la vida.
Algunas afirmaciones que nos pueden ayudar a este proceso son:
yo soy la Presencia de Dios dentro del Corazón del Fuego Sagrado y yo hablo y comando con autoridad.
Yo conscientemente entro y moro dentro del corazón del Fuego Sagrado el verdadero Centro de mi ser.
En general los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, todos pueden ver pero pocos pueden comprender lo que ven. Pocos ven lo que somos pero todos pueden ver lo que aparentamos.