En un momento o en otro de nuestras vidas, todos tenemos dudas. Dudar puede ser una capacidad de la mente humana muy valiosa pues nos hace reflexionar sobre lo que nos está ocurriendo en el presente, sobre lo que aconteció en el pasado y sobre lo que vendrá en el futuro. Esto es así siempre y cuando esas dudas sean realistas, no ocupen demasiado tiempo de nuestra vida y no supongan un problema a nivel social, laboral, de pareja, etc.
Las dudas nos permiten, por ejemplo, poner en marcha otras estrategias que nos ayuden a solucionar posibles adversidades o reparar lo que ya hemos realizado.
Como todo, las dudas también pueden volverse patológicas y es entonces cuando hablamos de dudas obsesivas. Las dudas obsesivas se caracterizan por ser ideas basadas en la posibilidad futura en lugar de centrarse en el presente, en el aquí y ahora, el cual constituye nuestra verdadera realidad. Cuando hablamos de posibilidad futura, hablamos también de ficción ya que aún no ha sucedido, y por lo tanto, no existe.
Las dudas obsesivas, como hemos apuntado, están basadas en la imaginación, y como sabemos, la imaginación muchas veces no tiene límites. Así, las personas obsesivas pueden llegar a predecir tantas consecuencias negativas derivadas de sus obsesiones como su imaginación les permita.
Las dudas obsesivas, aparecen una y otra vez en la mente de la persona que las padece, sin dejarla centrarse en otros temas, por lo que la vida queda muy limitada, además de verse afectada a muchos niveles.
Dudas obsesivas y compulsiones infructuosas
Las personas que padecen dudas obsesivas llevan a cabo ciertos actos, normalmente de carácter motor, aunque también puede ser cognitivos o mentales, destinados a neutralizar esa posibilidad de la que les habla su obsesión. Por ejemplo, en el trastorno obsesivo compulsivo de contaminación, el paciente puede tener la duda obsesiva de si se habrá contaminado o no al tocar el pomo de una puerta.
Esta duda, que como vemos está basada en una posibilidad, pues desconocemos si será real la contaminación, ocupará la mente del paciente y, por ende, su vida casi en su totalidad, con el sufrimiento que ello conlleva.
Para librarse de la ansiedad que supone la duda, la cual es muy desagradable, la persona llevará a cabo su compulsión, que a corto plazo le generará la seguridad y tranquilidad que necesita. La compulsión puede ser lavarse las manos de una forma determinada, con un ritual concreto durante un tiempo determinado.
Aunque a corto plazo la compulsión puede funcionar, a largo plazo se convierte en un poderoso refuerzo negativo. Gracias a ese acto, la ansiedad ha desaparecido. A su vez, se refuerza la duda y la persona aun confía más en ella, lo que hace que el trastorno se mantenga en el tiempo. Así, el desscenso de la ansiedad supone un refuerzo para la conducta compulsiva.
Si nos damos cuenta, la persona está actuando en dos caminos diferentes: la realidad y la ficción. Por un lado, sus dudas están basadas en lo irreal, en su propia imaginación; por otro lado, sus compulsiones se están realizando en la realidad presente.
“Esto evidentemente carece de sentido porque no podemos actuar sobre algo que no existe. Es imposible hacer desaparecer algo que jamás ha aparecido”
¿Cómo librarme de las dudas obsesivas?
La única forma posible de conseguir librarnos de las dudas obsesivas es dejando de realizar la compulsión que las acompaña, ya sea mental o motora. ¿Qué consecuencias puede tener esto? La primera es que el paciente debe empezar a aceptar y tolerar su emoción de ansiedad, asco, rabia…que además, en las primeras fases del tratamiento, puede que aumente.
Aceptar las emociones negativas es sumamente complicado ya que a nadie le gusta sentirse mal. Todos queremos estar bien y tranquilos todo el tiempo posible, pero sabemos que esto no siempre puede ser así y que las emociones negativas existen y las vamos a sufrir antes o después.
Hacerle un espacio a esa emoción negativa tan desagradable es el primer paso para no dejarse llevar por la obsesión y acabar haciendo la compulsión.
La prevención de las compulsiones debe hacerse siempre de forma gradual, pues no podemos pretender de la noche a la mañana dejar de comportarnos como venimos haciéndolo desde hace mucho tiempo. Tanto el pensamiento como la forma de actuar se automatizan, y se convierten en hábitos arraigados difíciles de combatir.
Es por ello que la ayuda de un profesional de la psicología es sumamente importante, además del apoyo familiar y social.
Otra estrategia encaminada a sacar esas dudas obsesivas de nuestra mente es cuestionarlas. Para ello, primero debemos de darnos cuenta de que están basadas en nuestra imaginación y que no son reales y después, cuestionarlas mediante preguntas socráticas que nos ayuden a modificarlas por ideas basadas en la realidad, en el presente y en los cinco sentidos.
Ahora reflexiona: ¿has experimentado dudas obsesivas o normales? Si tus dudas te han llevado fácilmente a la solución del problema que la duda te suscita, entonces son normales.
Si esas dudas nunca han terminado en una solución y no te quedas tranquilo, tus dudas son obsesivas porque estás actuando en el nivel real cuando piensas en un nivel ficticio.
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