ara muchas personas, pensar en la sexualidad como una actividad espiritual podría parecer un poco extraño, incompatible e incómodo. Parecería que nuestro “modelo” social no mira estas dos fuerzas como lo que realmente son: coexistentes y absolutamente complementarias.
La verdad es que estamos programados socialmente para percibir todo lo relacionado con la sexualidad como algo que se debiera ocultar, vergonzoso, tabú y hasta obsceno y degradante… Esta concepción entiende lo sexual como necesario, pero única y exclusivamente para la supervivencia de la especie.
La sexualidad es mucho más que un acto coital físico. Es estar presente en el momento, estar presente en tu cuerpo, vivir plenamente las sensaciones y energías que se generan, los sentimientos que florecen… es expresión del lenguaje físico. Y precisamente, muchas dificultades entre parejas surgen como consecuencia de esa falta de conexión espiritual en el sexo. Es entonces que comenzamos a tener experiencias sexuales vacías, soledad emocional y desolación espiritual.
La sexualidad espiritual no es más que la idea de que, a través de la intimidad generada al compartir sexualmente, podemos conectarnos a algo más grande que nuestro aspecto puramente físico: nuestro espíritu. El acto sexual consciente, abre el alma para que entregue y reciba fuerza enérgica de vida. Esta fuerza nos revitaliza tanto el alma como las emociones, y resulta en una vida diaria más plena y significativa.
En ciertas civilizaciones, ha existido un gran apego entre la sexualidad y la espiritualidad. Basta con echar sólo un vistazo a los fundamentos del Kama Sutra, el sexo Tántrico y las enseñanzas Taoístas de la sexualidad humana. Según el Kama Sutra, por ejemplo, la armonía se da cuando el hombre y la mujer viven como un solo cuerpo y una sola alma. Esta armonía comienza con la relación sexual.
El Tantra, por su parte, también enfatiza esta unión de lo carnal y lo espiritual. Desde su punto de vista, cada aspecto de la creación – incluyendo la sexualidad – debe ser celebrado y tratado como algo sagrado. Por lo tanto, la filosofía tántrica pretende enaltecer todos los sentidos de manera que se prolonguen las sensaciones de placer y se fortalezcan los lazos de intimidad entre la pareja. El éxtasis sexual es visto como una experiencia divina que culmina, en su momento, en el orgasmo, y éste nos brinda una experiencia sagrada que podrá acercar a la persona a su propia iluminación espiritual.
La sexualidad es mucho más que sólo liberación sexual física, y también mucho más que sólo dos personas teniendo una experiencia espiritual. Es la culminación de todo esto y más… la totalidad de lo emotivo, lo físico, lo intelectual y lo espiritual celebrando la abundante fuerza enérgica de vida que nos invita a trascender y convertirnos en seres sagrados.
Para lograr aceptar y crecer en nuestra espiritualidad sexual debemos dejar a un lado todas las creencias falsas que generan sentimientos de culpabilidad y comenzar a valorizar nuestra sexualidad, convertirla en divina. Se trata de concientemente decidir aceptar todo el placer que puede proveer un encuentro sexual. De darle la prioridad que merece en nuestras vidas. De cuidarnos física y emocionalmente, de sacar el tiempo para crear la atmósfera deseada… de realmente celebrar el compartir sexual. Sentir, vibrar, gozar, vivir, reír, llorar, compartir, compenetrarse, ser… ESO es espiritualidad sexual.
Aventurarse a ello no significa violar normas religiosas o morales, significa encontrarse a uno mismo y entregarse a alguien realmente por completo.