Cuando crecemos y nos volvemos adultos, muchas cosas cambian en nuestro interior y en nuestro exterior obviamente, olvidamos muchas cosas que solíamos hacer, especialmente aquellas cosas que le hacíamos a los demás, a nuestros padres, abuelos, hermanos y muchas otras personas que formaron parte de nuestra vida, que nos orientaron y que nos tuvieron paciencia por sobre todas las cosas, pues curiosamente, al crecer, esta paciencia no se multiplica en nosotros, hacia ellos, por el contrario, mágicamente se esfuma
Esto lo observamos no solo en nosotros mismos, sino en una sociedad entera, al parecer cada vez hay mas intolerancia hacia los ancianos y las personas mayores, lo experimentamos nosotros mismos, en lo personal, con nuestros padres y abuelos, cuando sentimos que no podemos hacernos entender, cuando nos cansamos de escuchar sus consejos, sus palabras repetidas y sus pasos agotados…
Ocurre que injustamente, con quienes perdemos la paciencia en primera instancia, son aquellos que siempre tuvieron esa capacidad de tolerarnos, cada instante, cada momento de nuestra vida, nos apoyaron, nos orientaron y guiaron nuestros sueños, parece que olvidamos que ellos siguen siendo esas mismas personas, que su amor sigue intacto, únicamente a su cuerpo le han caído unos años más, cada vez más y cada día requerirán más paciencia de nuestra parte, que no es más que amor, en retribución a los años que nos dieron
La vida siempre nos llevará a nuestro destino y sin duda, la vejez es una etapa que pocos logran saltarse, a menos que así esté en su juicio destino, por lo demás, a todos nos corresponde pasar por ello, sentir la necesidad de afecto, necesitar mayor atención pues nuestras palabras no son tan claras y nuestros actos no serán tan acertados, los reflejos se van y la fortaleza del cuerpo cambia, la mente se hace más lenta, pero esto se equilibra con la sabiduría que da la calma…
Cuando tengas que lidiar con estas personas, con tus padres, tíos, abuelos y todas aquellas personas que requieran de tu paciencia, recuerda siempre que la mejor gratitud va en el alma, que nuestra consideración, respeto y aprecio, es algo que nos enaltece como seres humanos y que esas personas que estorban para muchos, son la base de ese mundo que ahora habita esa juventud que los desprecia
No se puede enseñar a ser humilde, bondadoso ni considerado, esas virtudes se llevan dentro, en el alma y se activarán cuando esas emociones las provoquen, sin embargo, podemos contribuir con el ejemplo, con la consideración y con la actitud acertada de respetar aquellos que forman parte de nuestro pasado, que escucharon nuestro llanto y se apuraron a calmarlo, que vieron por nosotros y que con virtudes y defectos hicieron grandes intentos de llevar su vida más la nuestra.
Ten paciencia, a la vida, a los años y a las personas que forman parte de ello, disponte a escuchar con sinceridad y bondad, ten una palabra de aliento para aquellos que te fueron pacientes, y especialmente, jamás maltrates a esas personas, pues al igual que los niños, su alma se hace sensible ante lo que saben pronto, deberán dejar…