La mentira, la desconfianza y la envidia son los tres pilares de la infelicidad. No hay nada positivo cuando ellas tres están dentro de tus actos y pensamientos. En cualquier ámbito de la vida, y sobre todo en una relación, esas tres máximas son lo que llevan a pararte en el camino que juntos seguíais.
Siempre he pensado que las relaciones son para mejorarnos el uno al otro, para llegar con dos cuerpos allá donde uno solo no puede. Dos suman más que uno, pero del mismo modo, si escoges inadecuadamente, también puede ser contraindicado y totalizar una suma con resultado igual a cero.
Creo que no me equivoco si afirmo que todos alguna vez hemos sufrido y hemos hecho sufrir algunos de los tres pilares que comentaba, así que afirmémoslo: somos víctimas y agresores de mentiras, desconfianza y envidia. De este modo, puedo afirmar el título que te ha llevado a leer estas líneas.
Y sí, prefiero estar solo que estar con alguien sufriendo porque no confío en ella o no confía en mí, porque le tenga que mentir o me mienta o porque la envidio y no puedo ser libre. “Valiera más solo que mal acompañado” como se cita en la Celestina o en cualquier refranero popular. Es fácil decirlo, pero en muchas conversaciones se oyen frases que indican todo lo contrario.
Hay relaciones en las que los dos se quieren juntos, pero no se aman en conjunto, relaciones en las que los problemas surgen cuando se alejan el uno del otro, porque no hay confianza, y eso se traduce en mentiras y envidia. Hasta que un día, si no ponen remedio, dirán basta; se echarán de menos el uno al otro, recordarán todos los buenos momentos juntos y se arrepentirán de todos los separados.
Que quede claro: en la vida, uno tiene que estar seguro de sí mismo y no vivir pidiendo perdón constantemente ni a expensas de lo que pueda estar haciendo o desconfiando otra persona. Sé tú mismo y te querrán por cómo eres.
Alguien en quien no puedes confiar no está hecho para ti, puedo ser un romántico o un soñador, pero creo que en el amor no pueden existir ninguna de las tres palabras mencionadas. La mentira te arrastra, provoca desconfianza una vez se destapa y deteriora la relación hasta límites insospechados y nunca merecidos. Como decía Napoleón:
“LA ENVIDIA, SIMPLEMENTE, ES UNA DECLARACIÓN DE INFERIORIDAD.” Una relación sana es la que no entiende de problemas ( si no de retos) o, por lo menos, los conyugales no existen. Esa relación que debe ser una extensión de tu persona a algo mejor. Hacer lo contrario sería algo como si nos mintiéramos a nosotros mismos y nos destruyéramos por dentro por valor doble. La suma de dos catetos con drama elevado al cuadrado.
¿Por qué miento o me miente? ¿Por qué hay desconfianza y envidia? Si te preguntas esto, probablemente esa persona no sea la adecuada para ti, o lo que es mucho más simple, tú no lo eres para ella. Parafraseando a James de la Vega “la vida destruye las relaciones débiles“, porque dos personas juntas se pueden querer, pero serán las circunstancias de la vida, la confianza, el amor ciego y la (co)-razón, lo que determinarán si pueden volar juntos desde esa pista de despegue que lleva un motor con combustible de amor.
No trates de ser quien no quieres ser, de desconfiar y pensar en lo que realmente no está pasando o de envidiar porque no has podido disponer. Si alguna vez me tienes que querer, que sea con sinceridad, basta de malas caras, silencios incómodos y respuestas monosílabas, háblame de tus problemas y yo te los voy a solucionar. Y si no puedo, te escucharé y te lo diré, tampoco pretendo añadirte ninguno más.
Actuando con desconfianza sólo se consigue hacer de la relación un sinvivir, poner una espada de Damocles en el corazón. Siempre a la espera de algún error, siempre dispuesta al más mínimo fallo para vomitar todo lo que te llevaba tiempo rondando en la cabeza.
Una relación con desconfianza es un estorbo, así que, si me permites un consejo, si existe una simple razón que te ha hecho desconfiar, intenta comprenderla y, si crees en sus palabras piensa que lo bueno vivido supera a lo malo experimentado, entonces perdónala observando que ha hecho esfuerzos por cambiar aquello que le llevó a cometer el error. Todos podemos fallar una vez ya que errar es humano, pero perdonar es divino.
Prefiero vivir una vida complicada que una mentira que me haga vivir un mundo irreal: lo primero me hará más fuerte, lo segundo me puede llevar al completo fracaso existencial.
Así que, por favor, no más mentiras, el camino es largo y puede haber muchos obstáculos. Por eso mismo, no pongamos más palos a las ruedas, si confío en ti es porque eres la apuesta más arriesgada que he hecho.
Las cosas claras, el chocolate espeso y la vida por disfrutar, juntos o acompañados, pero siempre seguros de nosotros mismos.
La próxima vez que vengas no olvides olvidar la desconfianza, dos somos bienvenidos, pero esos tres conceptos son multitud en mi corazón.
http://www.codigonuevo.com/prefiero-estar-solo-que-con-alguien-en-quien-puedo-confiar/