Se pueden escribir muchas cosas sobre el amor. Todos conocemos esos famosos manuales, hemos leído más de un libro de autoayuda firmado por eminentes especialistas, por grandes gurús que parecen tener el mejor de los consejos ante cualquier problema emocional.
Ahora bien. ¿Entonces, por qué razón seguimos equivocándonos en muchas de nuestras relaciones?. La verdad es que nadie es inmune al sufrimiento. Ni siquiera el cerebro, con todos sus conocimientos, lecturas y experiencias tiene sujetas por completo las riendas del corazón. El amor que se siente como verdadero no se ofrece en pedazos, con el esto es mío esto es tuyo. Se ofrece de forma íntegra, plena, porque amamos de modo completo, con sinceridad… y quizá sea ahí, donde aparezca el auténtico riesgo.
En esta vida nada es seguro, andamos sobre un mundo que nunca deja de fluir y de cambiar. Ahí donde las personas, como los sentimientos, también son falibles. Nadie puede acertar de pleno en esto del amor, no obstante, hay algo que siempre deberemos tener claro. No hay que tenerle miedo a la soledad, no hay que verla como una mala opción. En ocasiones es la mejor forma de estar en unión con nosotros mismos, es la catarsis a esos malos amores de los que hemos de saber liberarnos, porque a veces, es mejor estar solo que mal enamorados.
Esos malos amores, esos amores ilógicos que nos hacen prisioneros
Hay amores sabios, amores plenos que nos enriquecen y que hacen nuestra vida más completa y edificante. Son esas relaciones donde ambos miembros respetan sus espacios, donde es posible el crecimiento individual y a su vez, el de la propia pareja.
Puede que más de uno se pregunte… ¿pero existen de verdad este tipo de relaciones? Desde luego. Puede que esa búsqueda te lleve media vida, o puede que tengas a la persona indicada cerca de ti pero aún no la hayas visto. No obstante, todos tenemos nuestro momento, ese que hay que saber ver con el corazón abierto y la mente despierta.
Luego, por qué no decirlo, también están esas personas que a lo largo de su vida han vivido un fracaso tras otro. Es como si en lugar de ir apartando piedras del camino las hubieran almacenado en su mochila, ahí donde también es imposible avanzar, crecer.
¿Qué hace que en ocasiones hayamos de vivir esos amores tan dañinos e ilógicos? La verdad es que hay muchas, muchísimas explicaciones al respecto y aunque todas nos pueden ser conocidas, ello no evita que en más de una ocasión caigamos en ellas. Porque así es, el amor en ocasiones nos ciega y nos arrastra. No importa lo que nos digan las personas de nuestro alrededor. Nuestra realidad es nuestra y nos dejamos llevar, hasta que llega un momento en que, efectivamente, abrimos los ojos. Veamos ahora a qué se deben estos hechos, el que caigamos en relaciones tan dañinas.
Necesidad de ser reconocidos
De pronto, aparece alguien que reconoce nuestras palabras, que es amable y que se interesa por lo que hacemos, por lo que decimos. Somos de la noche a la mañana ese centro en la vida de otra persona que no somos nosotros, y ello, nos hace sentir bien. Son generalmente las personas con una baja autoestima las que más suelen dejarse llevar por este tipo de relaciones, a veces, tan destructivas.
Todos tenemos alguna carencia, y el simple hecho de tener a alguien que en un primer momento nos llena esos vacíos y lima nuestras esquinas aliviando nuestros miedos, es algo que reconforta. No obstante, la mayoría de las veces no es más que una falsa ilusión. A largo plazo, estos amores dañinos crean más espacios, más vacíos y más astillas.
Miedo a la soledad.
Puede que te sorprenda, pero el enunciado de este artículo no sería aplicable para una gran cantidad de personas. Hay quien no “concibe” eso de estar solo. La soledad es un fracaso vital y a su vez, una vergüenza de cara a la propia sociedad.
Y para ello aguantarán y tragarán lo que sea. La relaciones, aunque sean destructivas y vulneren sus derechos como persona, se alzan a su vez como una “zona de confort” mucho más manejable que lo que hay detrás de esa linea de “seguridad” (o destrucción).
Esos viejos estereotipos.
Este aspecto también puede sorprender a más de uno, pero a día de hoy aún hay quien asume esas discutibles ideas de que: “en el amor, si no se sufre no se ama de verdad”, “el amor es ceder para hacer feliz a la otra persona”, “en esta vida es más fuerte el que más aguanta, el que más sufre…”
Deberíamos desterrar muchas de esas ideas etiquetadas por el amor romántico, ahí donde están implícitos esos roles tradicionales de sumisión y dominación, donde quien más ama es quién más celos presenta. Debemos tener cuidado con estos conceptos que siguen aún muy presentes en nuestra sociedad.
En realidad, nadie sabe si está bien o mal enamorado. El amor se siente con toda su expansión y su ciega certeza, hasta que el sufrimiento se vuelve de pronto en ese compañero cotidiano al que jamás deberíamos acostumbrarnos.
-Valeria Sabater-