Las plegarias realizadas con conciencia y fuerza interior son un vehículo para que los pedidos de salud, amor y protección sean escuchados.
Cada día nos enfrentamos a diferentes desafíos y obstáculos que vencer. Para ciertas personas algunas cuestiones pueden ser más graves que otras y, en esas ocasiones, necesitan el apoyo de alguien que posea más fuerza. Por suerte siempre está Dios para socorrernos y ayudarnos en esas situaciones en las que sólo una plegaria basta para sanar nuestro corazón.
Principios básicos para una oración efectiva
Para rezar, hay que tener el corazón limpio y puro, a fin de elevarlo lo más alto posible. Por ello, evite estar enojado, peleado con alguien, malhumorado o sin ganas.
Rece en un sitio apartado, si es posible, de rodillas, con los ojos cerrados, las manos juntas y mucha concentración en su pedido.
El momento ideal para rezar debe encontrarlo usted; en general puede ser al levantarse o al acostarse.
Trate de concentrarse en la acción que llevará a cabo. Deje de lado frivolidades o preocupaciones vanas.
Rece con sencillez, humildad y sinceridad.
Si prefiere, puede armar un altar con las figuras y objetos adecuados.
Lo más importante: luego de realizar sus pedidos, no se olvide de agradecer. Es muy reconfortante decir con plenitud y devoción: “Gracias por mi vida, por mis padres, por mis estudios, por mis hijos, por mi amor, porque tengo dónde dormir, porque tengo salud…”.
También es caritativo y necesario interceder ante Dios por las necesidades de los demás, pensar que no solo existimos nosotros y nuestros problemas, sino que hay otros que en estos mismos momentos atraviesan dificultades mayores que las nuestras y que necesitan auxilio espiritual y físico.
Fortaleza interior
Esta oración sirve para elevar espiritualmente a una persona, encaminarla en la Luz, darle fortaleza, apartarla de los males y encontrar la paz.
“YO SOY tu fuerza, tu comprensión perfecta; YO SOY tu habilidad, para aplicarla constantemente; YO SOY la verdad, que te da la libertad perfecta; YO SOY la puerta abierta a la Luz de Dios que nunca fracasa. Doy las gracias porque he entrado en esta luz de lleno, utilizando la comprensión perfecta. YO SOY tu vista, que ve todas las cosas visibles e invisibles; YO SOY tu oído, escuchando las campanas de la libertad que tengo ahora; YO SOY tu habilidad de sentir la más embriagadora fragancia a voluntad; YO SOY la totalidad de toda perfección; YO SOY la revelación total y el uso de todos los poderes de mi ser que YO SOY. YO SOY el amor, el magno poder motriz de toda acción”.