Existen varios niveles de realidad desde los que podemos vivir y relacionarnos con los demás. En el primer nivel de realidad está la materia, en él todo lo material está ahí para satisfacer nuestras necesidades, cuando vivimos desde este nivel tomamos lo que deseamos como medio para conseguir nuestros fines, desde este nivel nuestra intención es poseer, dominar y sentir sensaciones placenteras. Cuando nos relacionamos con otra persona desde este nivel no se puede producir el encuentro con ella, porque desde aquí lo que queremos es manejarla, manipularla y controlarla para que satisfaga nuestras necesidades, desde este nivel no puede haber encuentro porque rebajamos a la otra persona al nivel de la materia, al de ser usada como medio para nuestros fines y desde ahí el encuentro con otro ser no es posible.
Los seres humanos somos seres de encuentro, necesitamos encontrarnos con otras personas para evolucionar y crecer, sin encuentro no hay desarrollo personal.
Vivimos en una sociedad en la que parece que el tiempo se nos escapa, todo el mundo va deprisa, con mil cosas pendientes que hacer… Se forman hogares y organizaciones en las que las personas no se encuentran jamás, se conocen y se saludan, se hablan pero no se encuentran, el encuentro va más allá de una simple relación de vecindad, el encuentro no es relacionarse viviendo desde el nivel uno de la realidad, no es relacionarse con otros para conseguir un beneficio.
Encontrarse con otra persona es crear un campo de enriquecimiento mutuo para los dos, encontrarse es poner la intención de unirse a la otra persona, es cuando el otro ya no está separado de ti, cuando entre los dos se crea algo nuevo que enriquece y hace crecer a ambos.
Para que dos personas se encuentren ambas tienen que comunicarse desde el nivel dos de la realidad en el que están presentes los valores que hacen posible el encuentro.
Para desarrollarnos y encontrar la felicidad, tenemos que subir del nivel uno al nivel dos, en el que el encuentro sí es posible. Queremos ser felices pero buscamos la felicidad desde un nivel en el que no está, en el nivel uno solo están los placeres momentáneos, el poseer para satisfacer, desde este nivel todo es efímero y fugaz, nada es duradero ni real.
Para ser feliz hay que vivir desde el nivel dos y desde ahí en adelante, en el nivel dos nos podemos encontrar con otras personas y enriquecernos, en este nivel están los valores del encuentro, que cuando los cultivas y los mantienes en el tiempo se transforman en virtudes, cuando eres virtuoso tu ideal de vida pasa a ser la unión con todo, cuando se vive en unión es cuando se alcanza la verdadera libertad, es cuando se encuentra el sentido de la vida, y cuando vives una vida llena de sentido todo es felicidad.
Para mantenernos en el nivel dos, tenemos que tener presentes entre otros los siguientes valores:
– La generosidad, pensar en mi pero también en ti, pensar en los dos, pensar en cómo nos podemos ayudar mutuamente.
– La apertura, abrirse al otro, tener disposición para comunicarse, si uno se cierra al otro no hay encuentro.
– La veracidad, hay que abrirse desde la verdad, si yo te miento despierto en ti la desconfianza y entonces no se puede dar el encuentro.
– La confianza, si desconfías de mi no hay encuentro, ambos tienen que confiar para que el encuentro sea posible.
– La fidelidad, abrirse al otro con actitud fiel, no para un rato o un momento de necesidad, sino con fidelidad a ese encuentro que se está dando.
– La paciencia, ajustándose a los ritmos de cada persona.
– La cordialidad, es un valor fundamental para el encuentro, el simple hecho de tratar cordialmente a otra persona ya crea encuentro.
– La comunicación, comunicarse cordialmente es darse, es abrirse al otro con el corazón.
Si tenemos presentes estos valores cada vez que nos comunicamos con otras personas, estaremos creando encuentro con ellas, cada vez que te encuentras con alguien te estás encontrando contigo mismo, cada vez que ayudas a alguien te estás ayudando a ti, cada vez que das, te estás dando y por lo tanto estás recibiendo.
Cuando vives desde el nivel uno de realidad siempre estás preguntando qué tiene la vida para darte, cuando vives desde el nivel dos te preguntas qué puedo yo hacer para dar y servir a otros, cuando vives desde el primero rápidamente pierdes la esperanza ante cualquier adversidad, cuando vives desde el segundo se despierta en ti una energía interior que te permite seguir adelante, viviendo en plenitud y entusiasmo.
Cuando vivimos con entusiasmo sentimos que nuestra vida es plena, porque el entusiasmo es el encuentro con algo perfecto, es sumergirse en lo Divino…
Mari Carmen Ruiz Fortes
Vocación & Talento