Si nos concentramos en la evolución espiritual, resulta útil imaginarse el tiempo como un río; pero deberíamos medirlo no de forma cronológica, como hacemos ahora, sino en función de las lecciones aprendidas a lo largo del camino hacia la inmortalidad. No tenemos que empujar el caudal del río del tiempo, sólo conseguiremos chapotear impotentes; es decir, podemos dar brazadas inútiles contracorriente o discurrir con ella plácidamente.
La impaciencia no arrebata placer, paz y felicidad. Sabemos claramente que queremos y lo que queremos ya mismo; Pero el universo no esta organizado así.
Las cosas nos llegan cuando estamos preparados. Antes de nacer, observamos el paisaje de la vida que tenemos por delante y después lo olvidamos tras el parto. Entramos a toda prisa en el presente y nos preocupamos solamente de que las cosas funcionen en este mismo instante, pero como adultos, en nuestras vidas actuales, deberíamos reconocer que hay un momento ADECUADO y un momento INADECUADO.
Los Budistas suelen decir "No hay que empujar el agua del río. Hagamos lo que hagamos, acabará fluyendo a su ritmo"
Brian Weiss.