EL DESEO DE QUERER SABER EL SENTIDO DE NUESTRA VIDAVIENE DE LA VIDA MISMA, DE ESA PARTE VIVIDA Y POR
VIVIR QUE TODAVÍA ESTÁ POR DESCUBRIR.
LA VIDA ES LA QUE NOS LLEVA A PREGUNTARNOS, A TRATAR
DE HALLAR LA RESPUESTA Y A INICIAR NUESTRA BÚSQUEDA.
HAY MUCHOS MOMENTOS EN QUE SENTIMOS LA NECESIDAD DE PREGUNTARNOS:
“¿QUÉ SENTIDO TIENE LA VIDA?, ¿QUIÉN SOY YO?”.
Tal vez hemos sentido, desde niños, una intuición de algo “más”, un anhelo divino. Tal vez sentimos que la verdadera razón de nuestro nacimiento se nos escapa, nos pasa de largo.
Posiblemente nos hayamos llegado a aburrir con todas las formas que hemos utilizado para tratar de dar un significado a nuestra existencia: la acumulación de aprendizaje, experiencias y riqueza, búsquedas espirituales, religiosas, asuntos compulsivos y demás.
O quizás nos estemos enfrentando a una crisis en la que ya no nos sentimos capaces de controlar la situación. Tal vez, sencillamente, nos aterre la muerte. Todos estos acontecimientos son oportunidades que no deben desaprovecharse. Vienen de la misma vida, invitándonos a que meditemos, porque la vida sabe que, cuando realmente la vemos, no podemos evitar admirarla…
¿POR QUÉ EVITAMOS LA INQUIETUD DE BUSCAR? ¿POR QUÉ EVITAMOS DESCUBRIR LO QUE SOMOS?
En gran parte porque existe el profundo sentimiento de que buscar seriamente significa la muerte de algo a lo que nos aferramos, algo que es la idea que tenemos de nosotros mismos, la personalidad, el ego y todo cuanto le acompaña.
Pero también vacilamos porque, en realidad, no sabemos cómo hacer la pregunta, la sentimos ahí pero no podemos abordarla, la sentimos demasiado grande para nosotros, sentimos temor ante ella.
Lo asombroso de ello es que tanto una como la otra excusa pertenece a nuestra sabiduría innata, proceden de la respuesta misma.
Prueban que ya sabemos más de lo que pensamos.
LA VERDADERA BÚSQUEDA COMIENZA CUANDO SE CONVIERTE EN UNA EXPERIENCIA VIVA. ESTO OCURRE DE REPENTE, CUANDO EL CESE DE LOS ESFUERZOS MENTALES SE DEJA SENTIR REALMENTE A TODOS LOS NIVELES, ESTO SE MANIFIESTA COMO UNA SÚBITA ORIENTACIÓN, UN DESPLAZAMIENTO EN EL EJE DE LA EXISTENCIA DE UNO, EL FIN DE LA BÚSQUEDA DE RESPUESTAS FUERA DE LA PREGUNTA MISMA.
LA VERDADERA BÚSQUEDA COMIENZA CUANDO EMPEZAMOS A BUSCAR LAS RESPUESTAS EN EL CAMINO AUTENTICO QUE NO ES OTRO QUE EL CAMINO DE NUESTRO INTERIOR.
Conócete a ti mismo
LA MÁXIMA ESCRITA EN EL TEMPLO DE APOLO EN DELFOS "CONÓCETE A TI MISMO Y CONOCERÁS AL UNIVERSO Y A LOS DIOSES", SE REVITALIZA CON FUERZA RENOVADA A TRAVÉS DEL TIEMPO, EN TODOS LOS HOMBRES QUE ASPIRAN A LOGRAR SU CRECIMIENTO INTERIOR Y SU PROGRESO ESPIRITUAL.
El conocimiento de sí mismo, la conciencia del propio Yo, es lo que verdaderamente emancipa al espíritu, otorga libertad y fuerza al ser y poco a poco lo introduce al conocimiento de la vida y de las Leyes que la rigen, aportando a su existencia fe, esperanza y una seguridad constructiva de su destino. El estudio de la personalidad humana con lo que esta tiene de negativo y también de fuerzas o conquistas de bien, continúa siendo un tema que preocupa a muchos, en otros, crea rebeldías, o bien pasa desapercibido e indiferente.
Inmersos en problemas y crisis materiales, económicas, sociopolíticas, relegamos muchas veces el análisis de nuestra propia vida interior, la naturaleza de nuestros pensamientos y sentimientos, sin darnos cuenta tal vez, de qué manera estos inciden y nos afectan en nuestro diario vivir.
Conocernos mejor implica este análisis, esta reflexión valorativa de los seres y las circunstancias de vida. Lejos de ser una postura fácil y contemplativa, requiere el dinamismo que nutre lo realmente trascendente de la vida y nos confiere un conocimiento más próximo de nuestra verdadera naturaleza espiritual, sin falsedades ni engaños.
El Espiritismo rescata este antiguo "Conócete a ti mismo" para proyectarlo hacia una nueva visión del hombre. El proceso del progreso se cumple por Ley de Dios, en todos los seres de la Creación, pero sólo el ser humano posee la capacidad de acelerarlo o retardarlo, mediante el conocimiento de su Yo espiritual, que lo capacita para impulsar su propia superación y es la base de su evolución conciente. "No hay progreso conciente sin una observación atenta de sí mismo", nos dice León Denis en "El problema del ser y del destino".
El hombre necesita comprender que todos sus actos deben ser honestos al bien que comprende y su primer deber en la vida es mejorarse él mismo en el conocimiento de lo que es en realidad, y cuando llega a comprender sus desvíos y errores, tiene que esforzarse por corregirlos, tanto en su pensar y sentir como en sus actos, para adquirir la fuerza necesaria para ejemplarizar con su conducta.
Este conocimiento de sí mismo, no debe abrumar al ser, ni inhibirlo para actuar, sino ayudarlo a tomar conciencia de su realidad espiritual y de los caminos posibles para mejorarla, caminos al alcance de cada uno, según sus fuerzas, su entorno, sus circunstancias de vida. Para ello es importante trazarse metas concretas, pequeñas pero posibles de ejecutar con el esfuerzo de la voluntad, porque de nada sirve detenerse a condolerse, sentirse culpable, anularse y no actuar. El estudio de la propia personalidad debe servir para detectar dónde hay que trabajar para mejorar y cuáles son las fuerzas morales que se cuentan para el progreso. Este balance debe proyectar esperanza, lucidez y aval para superar las falencias con la ayuda de la voluntad, la vida interior, el análisis reflexivo y la acción concordante.
Implica en síntesis, una poderosa fuerza que puede desarrollar el hombre, porque lo pone en contacto con Leyes que rigen la evolución conciente de los seres.
Diversidad de pensadores, filósofos, científicos de distintas áreas, comparten lo trascendente que es para el ser humano el conocerse a sí mismo, porque se lo advierte como la senda que nos permitirá acceder a un mundo mejor, generador de una transformación moral del planeta que reclama una etapa más pacífica y espiritualizada.
En el libro "La revolución de la conciencia", debate entre tres mentes brillantes: Ervin Laszlo, Stalislav Grof y Peter Russell, se comenta acerca de qué manera podemos involucrarnos con la transformación del mundo. En el citado libro, Laszlo expresa: "... Cuando de la Universidad Internacional de la Paz de Berlín, nos habían pedido que reflexionáramos sobre las posibilidades de que haya paz en el mundo, terminamos hablando de la crisis, la transformación, los objetivos y los valores, las concepciones del mundo, el conocimiento de nosotros mismos y los demás, el arte, la ciencia, la religión y la espiritualidad, pero sobre todo hablamos de la conciencia. No tardamos demasiado en descubrir que el estado de nuestra conciencia es el tema clave que subyacía en casi todos los demás... "Más adelante Russell afirma: "Es muy fácil decir son ïellosï, los que deben cambiar, pero debemos recordar que nosotros somos también uno de ïellosï. Yo soy uno de esos miles de personas que necesitan perfeccionar su nivel de conciencia. Es más, yo soy la única persona responsable de eso en el planeta. Nadie más va a cambiarme si no lo hago yo. Por consiguiente, creo que la primera pregunta que debemos formularnos es: ¿cómo puedo evolucionar más rápido?, ¿qué más puedo hacer para cambiar mi propia conciencia?
No estoy sugiriendo que mi responsabilidad termine en mí mismo, sino que debería empezar en mí..." Como vemos, el conocimiento de la personalidad implica primero una toma de conciencia del por qué y para qué debo hacer, qué beneficios puede reportarme, en qué favorezco a los que me rodean, y de qué manera contribuyo al progreso individual y social. Todo ello requiere de un proceso y como todo proceso necesita de maduración para su concreción.
Cada individuo tiene su propio tiempo de maduración porque la evolución del espíritu es completamente individual, responde al libre albedrío y a la voluntad del espíritu por acelerar este proceso, amparados y conducidos por las leyes Divinas.
Este método para descubrirnos a nosotros mismos en nuestras potencias y falencias, es un método que requiere ciertas actitudes a tener en cuenta, por ejemplo:
Continuidad y constancia: para realizar este análisis que implica una conexión con estados y fuerzas superiores.
Humildad: para comprender nuestras limitaciones y aceptar ayuda para el cambio y además, para entender que hay situaciones en la vida que escapan a nuestro razonamiento y/o solución.
Valoración y agradecimiento: a todos los que nos nutren con su afecto, a Dios y las circunstancias de vida de cada uno.
Elevación de pensamientos: antes de disponernos a la reflexión solicitar del Espíritu Protector, claridad, serenidad, lucidez para el análisis de este mejoramiento de la personalidad.
De esta manera, al propiciar el ser un estado agradecido, conforme y valorativo, se va conformando una acción de fuerzas que permite robustecer su voluntad, sus sentimientos y también su capacidad sensible y perceptible de su deber en la vida.
CONOCERSE A SÍ MISMO, CON SINCERIDAD Y OBJETIVIDAD, FUE Y SERÁ SIEMPRE UN RETO TRASCENDENTE PORQUE EN ÉL, SUBYACE LA GÉNESIS DEL PROGRESO MORAL DEL SER HUMANO, GÉNESIS QUE COMO UNA SEMILLA, AGUARDA EL TRATAMIENTO ADECUADO, PARA TRASCENDER HACIA EL EXTERIOR Y HACIA EL AMOR.
E.P.L.