Cuando llegamos al mundo, tenemos dos maneras de plantearnos nuestra andadura por el camino de la vida: o seguir la ruta que otros han trazado, someternos a su juego, con las reglas que ellos han inventado, y ser una oveja más del rebaño, o seguir nuestro propio camino, el que nos dictan el corazón y la conciencia, marchar a contracorriente, y luchar por lo que creemos justo y digno, aún a costa de dejarnos parte de nuestra piel de oveja negra en el camino.
Hoy el viento primaveral nos llega con aires de rebeldía.
Dice el Diccionario que rebelde es “quien ha faltado a la obediencia debida, que se rebela u opone resistencia”. Suele ser una actitud frecuente entre niños y adolescentes, aunque no es rara entre adultos, que buscan reafirmar su individualidad por encima de las normas, guiados muchas veces por la inmadurez, la soberbia y el egoísmo. Pero también están los rebeldes altruistas, los que se rebelan contra la injusticia, la desvergüenza y la iniquidad, esos que buscan el camino de la verdad entre una jungla de quimeras. De ellos, de los rebeldes con causa y motivo, de los rebeldes de verdad, hablaremos hoy. Comenzamos nuestro viaje en la noche de los tiempos, de la mano de la mitología griega, con la leyenda de Prometeo. Este titán es considerado como el primer benefactor de la Humanidad, rebelándose contra la arbitrariedad de los dioses. Consiguió engañar a Zeus entregándole parte de un buey sacrificado que sólo era en realidad un montón de huesos cubierto de grasa, mientras que reservó la carne y la piel para los hombres. Zeus, indignado, se vengó quitando el fuego a los humanos. Pero Prometeo subió al Olimpo y logró robar el fuego a los dioses y devolverlo a la Humanidad. Zeus esta vez se vengó encadenándolo en el Cáucaso donde un águila comía a diario su hígado (que le volvía a crecer de noche). Un tiempo después, Heracles, que pasaba por allí, lo liberó de su cautiverio, y Prometeo, a cambio, le indicó el camino hacia el Jardín de las Hespérides. Y es que Prometeo, aparte de ser muy rebelde, era muy agradecido. Bajando a la tierra, nos encontramos con un tipo de rebeldes que deciden dejarlo todo por vivir de acuerdo a su conciencia, dejando de lado el amor propio por el cultivo de la razón y el espíritu. Tal es el caso de Diógenes de Sinope (412-323 a.C.). Hijo de un banquero, y expulsado de su tierra natal por falsificar moneda, llegó a una decadente Atenas dominada por la doble moral, la vanidad, el fingimiento, la codicia y el hedonismo. “La costumbre es la falsa moneda de la moralidad”, decía, y allí también se propuso “falsificar” esta moneda, cambiando su ilusorio dorado por el brillo de la conciencia interior. Prefirió renunciar a todas las tentaciones mundanas, y se dice que se paseaba por las calles descalzo, casi desnudo y que dormía en una tinaja. Se convirtió en un personaje odiado y temido a la vez, aunque también respetado, porque con su forma de vivir y de expresarse sacaba a relucir la hipocresía y el extravío en que vivían sus conciudadanos. Entre las muchas anécdotas que se cuentan de él, hubo una que protagonizó el mismo Alejandro Magno. Cuando el rey de Macedonia llegó a Atenas fue a buscar al viejo filósofo y le dijo que, si podía hacer algo por él, a lo que Diógenes le contestó: “Apártate, que me tapas la luz del sol”. Un caso parecido es el del italiano Giovanni di Bernardina, conocido como Francisco de Asís (1182-1226). Hijo de un rico comerciante, renunció a una vida regalada por otra llena de privaciones materiales pero plena espiritualmente, y en contra del ejemplo que daba la Iglesia de su tiempo, entregada a las pasiones mundanas (poco ha cambiado), y predicando por el mundo aquello de: “El Amor no es amado”. Aunque contó con el beneplácito de Roma para fundar su orden, los Frailes Menores, ésta, andando el tiempo, caería también en el juego de los poderes terrenales, y el mismo Giovanni, desilusionado, se “apartó” de ella en sus últimos años para continuar siendo fiel a sí mismo. Rebelde hasta el final.
Y otro caso más reciente es el de la albanesa Agnes Gonxha Bojaxhiu, Teresa de Calcuta (1910-1997). Dirigía un prestigioso colegio cristiano en Calcuta y, aunque llevaba una vida cómoda, la contemplación de la tremenda pobreza que reinaba por las calles de esta ciudad hindú perturbaba su conciencia. Ella contaba que el 10 de septiembre de 1946 fue el mismo Cristo quien se le apareció en sueños mientras viajaba en tren y le dijo que fuera a servir a los más pobres de entre los pobres. Y así lo hizo. Fundó una nueva orden, las Misioneras de la Caridad, y en 1952 abrió su primera casa. Su primer caso fue una mujer moribunda que encontró tirada en la calle rodeada de ratas y hormigas. Su discutible postura frente al fenómeno de la pobreza, socorriendo la necesidad y confiando en la Providencia, pero sin cuestionar o criticar abiertamente los desajustes socioeconómicos que la generan, no quita en absoluto mérito a una vida dedicada por completo a repartir amor entre los más necesitados, cosa que jamás han hecho los “progresistas” de despacho.
Otra situación es la de los rebeldes que deciden ser ellos mismos, y vivir, pensar y actuar libremente, en contra de una sociedad mojigata y represora. Tal es el caso de la insigne escritora mexicana Juana Inés de la Cruz (1651-1695). Perteneciente a una familia acomodada, pasó su adolescencia y juventud en la corte virreinal, uno de los lugares más cultos e ilustrados del continente americano en aquella época. Allí recibió una exquisita educación y adquirió una refinada cultura que despertaron su mente y sus ansias de conocimiento, cosa que se veía muy mal en una mujer, pero eso no la detuvo. En aquella época el destino de una mujer era el matrimonio o el convento, así que ella prefirió casarse con Dios para dedicarse plenamente al estudio y a la literatura. Como ella dice: “Para la total negación que tenía al matrimonio, era lo menos desproporcionado y lo más decente que podía elegir en materia de la seguridad que deseaba de mi salvación”. Por su actitud ante la vida, y por lo que se trasluce a través de su obra, está considerada como una de las precursoras del Feminismo.
Y para mujeres fieles a sí mismas, nada como que el ejemplo de la actriz y dramaturga norteamericana Mae West (1893-1980). Natural de Nueva York, sus éxitos en Broadway le abrieron las puertas de Hollywood. Y allí, su exuberante belleza física, no en vano fue el primer símbolo sexual de la historia del cine, unida a una aguda inteligencia y un finísimo sentido del humor, le llevaron pronto al estrellato, y de paso salvar a la Paramount de la ruina. Tenía, además, un carácter muy fuerte, y ella misma era la que se ocupaba de diseñar la escenografía de sus películas, intervenía en la redacción de los guiones y elegía a los galanes con los que actuaba. Para las costumbres de la época, y para la hipocresía reinante, Mae resultaba demasiado sincera, demasiado licenciosa, demasiado descarada, demasiado rebelde, especialmente por su actitud tan abierta frente al sexo. Son muy conocidas sus frases con doble sentido, llenas de picardía y buen humor, pero que escocían a los moralistas. Con la aplicación del Código Hays por parte de las productoras, desde mitad de los años 30, la presencia de esta mujer en Hollywood se hizo “peligrosa” y, presionada por la censura, decidió abandonar la meca del cine en 1943, antes que someterse a ella. El resto de su vida la dedicó al teatro, la radio y la televisión sin dejar de ser rebelde.
Hasta aquí hemos visto ejemplos de personas que han ejercido su rebeldía toda la vida. Pero hay otro tipo de rebeldía, la que surge de repente desde el corazón de las personas que han aguantado la iniquidad durante mucho tiempo, y que en un momento de rabia deciden enfrentarse a la barbarie, rebelarse contra ella. Observando la imagen de esta dulce ancianita, nadie diría que fue la iniciadora de uno de los principales movimientos por los derechos civiles del siglo XX. Era Rosa Parks (1913-2005). El 1 de diciembre de 1955, en Montgomery (Alabama), Rosa, costurera de profesión, se negó a obedecer al chófer del autobús público en el que viajaba que le ordenó que cediera su asiento a un hombre de raza blanca, tal y como las leyes obligaban a hacerlo. Rosa fue detenida y, en protesta se organizó un boicot contra la empresa de transportes que tuvo como resultado la abolición de las leyes segregacionistas. Posteriormente declararía: "La verdadera razón por la que decidí no levantarme fue porque sentí que tenía derecho a ser tratada como cualquier otro pasajero. Habíamos soportado ese tipo de tratamiento demasiado tiempo", y, en una entrevista que concedió en 1995: "Me gustaría que la gente dijera que soy una persona que siempre quiso ser libre y que lo quería no sólo por mí; la libertad es para todos los seres humanos."
El 15 de agosto de 1961, en Berlín, el soldado de la R.D.A. Hans Conrad Schumann tenía la misión de vigilar la construcción del muro que dividiría la ciudad alemana durante décadas. Hasta entonces, una alambrada era la única separación entre los dos sectores. Hans escuchaba gritos desde el otro lado que le invitaban a saltar hacia la Libertad, y no se lo pensó dos veces. Se despojó del arma con la que servía a la tiranía, dio un pequeño salto y su vida cambiaría para siempre. No fue el único que lo hizo, pero su gesto fue oportunamente captado por las cámaras que apuntaban hacia el lugar, y su imagen se convirtió en todo un icono de la Libertad. “Todavía estoy orgulloso de lo que hice”, dijo en una entrevista. “No tenía otra posibilidad, aunque es verdad que corrí un gran peligro y rompí todos los puentes con mi pasado. Perdí a mi familia, a mis amigos, el trabajo, todo”. Aunque… “Sólo desde el 9 de noviembre de 1989 (la fecha de la caída del Muro) me he sentido realmente libre”.
Pero, aunque caigan algunos muros, otros permanecen en pie y se levantan otros nuevos. Y motivos para la rebeldía aún hay demasiados. A comienzos de este mes, nuestro amigo y compañero bloguero Blackmount, el mismo que me regaló hace un tiempo el girasol que luce en el lateral de este blog, fue víctima de una agresión violenta en las cercanías de su casa, mientras paseaba tranquilamente con sus perras. En estos momentos, este auténtico rebelde del siglo XXI, se recupera de las heridas del cuerpo y el alma que le ha dejado este incalificable acto de violencia. Querido amigo, te mando desde aquí un fuerte abrazo, deseándote una feliz salida a este momento de oscuridad en tu vida, y aplaudo tu heroicidad. La Humanidad entera se enorgullece de rebeldes como tú.
Es imprescindible que lo leas y lo entiendas antes de contratarme,
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Bonifacia CO-CREADOR@
Desde : 12/02/2014 He aportado : 2017
Tema: Re: rebeldes Miér Feb 03 2016, 11:32
Súper interesante, me quedo con el ejemplo de Francisco de Asis y la valentía y perfección de Mae West, gracias!!
Loquillo es un crack, también fue valiente al decir a su público que era gay, perdió cadaveres por el camino y ganó batallas, valor y ademas de que ahora esta mas buenorro le ha pasao con al vino, bumburi es el que creo que no recuperó la neurona pero sus cuerdas vocales de macho rudo sigue trasmitiendo ese dulzor masculino que sólo algunos AMOS(lo extrapolo al BDSM) pueden tener
Gracias por el aporte
Besosss lindossss
javi CREADOR
Desde : 15/05/2008 He aportado : 7181
Tema: Re: rebeldes Mar Jul 04 2017, 17:43
Saludos, resubo...
Un abrazo
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