Uno de los detalles más importantes a tener en cuenta para comenzar cualquier reto en la vida, ya sea emprender un proyecto, marcarse unos objetivos o simplemente levantarse todos los días, es la fortaleza mental con la que decidimos afrontarlo. Generalmente solemos preocuparnos, no sin razón, por el bienestar físico, dejando de lado cosas tan importantes como el equilibrio mental.
A menudo podemos diferenciar entre tipos de personas débiles emocionalmente, fuertes o impasibles ante problemas o circunstancias que les rodean, y todas ellas tienen características comunes que inciden en el cómo nos tomamos la vida. Por eso, mientras que en Asia se practica bastante el control personal, emociones y cultivar una mente fuerte, en Occidente nos dejamos llevar por las pasiones, que generan debilidades.
Vamos a describir algunos de los rasgos que presenta la gente mentalmente fuerte en el desempeño de las tareas y vivencias de su día a día:
No gastan el tiempo en lamentarse
No van llorando por las esquinas sobre las cosas que les han pasado, su
situación personal o socioeconómica, sino que han aprendido a
asumir la culpa. Las consecuencias de sus acciones suelen tomarse lo mejor posible y tratan de
buscar soluciones efectivas. Tienden a
auto concienciarse y aprender de circunstancias pasadas. Enrocarse en un problema solo gasta tiempo y energías, nos limita nuestras capacidades.
Autocontrol
No suelen
regalar su poder o su vida, evitando así que
les dominen. Una persona débil emocionalmente muestra unas fisuras que
otras personas pueden utilizar en su contra. Es importante estar en disposición de una
buena defensa, por ello la fortaleza reside en la capacidad para
gestionar las emociones y la forma en la que responder al exterior.
Negarse al cambio
Existen situaciones que generan estrés y desmotivación, como cuando nos sacan de nuestra
zona de confort, tan buena como alienante. Las personas mentalmente fuertes
no rehúyen al cambio, sino que se
adaptan lo mejor posible (incluso
forman parte de él). El miedo a lo desconocido hace que nos paralicemos, cuando en realidad debería lanzarnos hacia acciones enérgicas que permitan crecer.
Saber utilizar los tiempos y los cambios.
Preocuparse por agradar a los demás
Existen personas que gastan todo su tiempo y vida en
intentar agradar, caer bien y ser simpáticos con los demás. Craso error. La
complacencia no es nada buena para nadie, de hecho nos limita la capacidad de crecimiento y la misma capacidad de agradar. Es necesario ser justo, educado y agradable, pero
sin intentar contentar a nadie, no callarse nada e intentar cautivar a la gente mediante la
sinceridad.
Vivir en el pasado
Es importante recordar el pasado, sobre todo las vivencias y lecciones aprendidas, pero no es nada bueno estar
anclado en tu vida anterior. Todo esto impide mejorar, crecer y desarrollarse en el futuro; por eso las personas con fortaleza mental tienden a
tomarse con naturalidad tanto los éxitos como el fracaso,
calibrando los altibajos. No toda vivencia pasada fue mejor….
Envidiar
¿De verdad estaremos mejor teniendo celos de los demás? Dediquémonos a estudiar por qué y cómo
otros triunfaron, y no a desear maldad al ajeno. La envidia solo nos produce
tensión e inactividad interior, además de resentimiento. Las personas fuertes demuestran su potencial para mejorar sus posibilidades.