Por Gonzalo Fuentes
Es uno de esos días que te levantas y tienes el día cruzado. Tu mente está dispersa y no te sientes productivo. Parece que nada te sale bien. Emocionalmente tu estado deja bastante que desear. No estás disfrutando de este nuevo día que te ha regalado la vida. No sabes donde tienes tu energía y no te sientes del todo a gusto al relacionarte con otras personas.
Es uno de esos días que todos vivimos de cuando en cuando. A veces incluso más a menudo de lo que quisiéramos. Y te da rabia sentirte así.
¿Qué podemos hacer con un día así? ¿Podemos salvarlo?
1. Acéptalo. Acepta que está bien que el día sea así. Cuando digo aceptar no me refiero a resignarte y no hacer nada (aunque a veces hacer eso no sienta del todo mal). Cuando digo aceptar me estoy refiriendo a encajar tu día en un marco mental tal que así:
- Se están removiendo en tu inconsciente algunas cosillas y eso genera un poco de caos y malestar en tu vida consciente. Pero se está removiendo para sentirte mejor que antes. Por lo tanto, es un pequeño trámite para un orden superior que te hará más feliz.
- Las cosas suceden por algo y la vida te quiere, así que, ¿qué mal puede salir de un día de estas características?
- Observa y ve si puedes aprender algo de esta manera de experimentar el día.
- Todo es pasajero. Tu estado interior pasará a la historia y cambiará como sucede con todo lo demás.
- No luches contra cómo te sientes o lo que piensas. Obsérvalo con curiosidad. Es perfecto tal cual te sientes, incluso aunque sea incómodo. Desestima la idea de que “debería ser de otra manera”.
Desde dicha aceptación puedes hacer aun mejor y sin presión alguna los siguientes pasos de la lista.
2. Haz ejercicio. Cuando nos encontramos así suele ser porque nuestra energía está un poco atorada, o estamos demasiado en la cabeza. Hacer algo de ejercicio o bailar, aunque sólo sean 20 minutos, moverá tu energía, te bajará más al cuerpo y generará algunas endorfinas para sentirte mejor.
3. Medita. Sin duda la más potente para mí. Hacerla no sólo puede salvarte en un día de estos, sino que puedes sacar riquezas y muchos extras de lo que te esté pasando. Basta con que medites entre 5 y 20 minutos. Te conectarás con tu respiración, tu mente se aclarará, te sentirás más capaz y podrás observar mejor qué es lo que te sucede. ¿Cómo hacerlo? He aquí algunas de las maneras más ridículamente fáciles de meditar:
- Siéntate y observa tu respiración entrando y saliendo de tu cuerpo. Lleva toda tu atención a ello. Cuando tus pensamientos te distraigan, vuelve a tu respiración. Una y otra vez.
- Cierra los ojos y di “Om” 50 veces. No hace falta que montes un escándalo. Puedes susurrarlo para tus adentros. Este mantra te sana y te centra. E incluso a mí a veces me resulta ideal para dormir cuando estoy nervioso. Puedes llevar la cuenta con un rosario o similar, o contando con el pulgar la punta y las intersecciones de los otros dedos de la misma mano. (Cada dedo tiene 3 intersecciones y su punta = 4; la mano sin el pulgar son 4 dedos, que por 4= 16; si cuentas 3 veces los 4 dedos = 48; añade una punta y una intersección más: 48 + 2 = 50; parece un lío pero es muy fácil.)
4. Haz algo nuevo. Sí, parece que un mal día es el peor para hacer algo nuevo, pero salir de tu zona de confort en estos días mueve algo dentro de ti que te coloca en un nuevo lugar. Esto lo hace la gente grande, las superheroínas y los superhéroes. Vamos, tú. Aprovecha tu día malo para sorprenderte a ti mismo. Puede ser hacer algo nuevo o dar un empujón a aquello que tienes pendiente por hacer y nunca haces. De un día malo puede salir un día que mueva tu vida con fuerza y hacia donde deseas.
5. Suelta el control. Una de las cosas que peor nos lo pueden estar haciendo pasar en un día malo es querer controlar lo que está sucediendo. Cómo nos queremos sentir, lo productivos que queremos ser, que se parezca más a cómo nos gusta que sea un día o a lo que esperábamos de este día. Intentar hacer encajar nuestros deseos con lo que realmente está sucediendo puede ser una gran fuente de sufrimiento. A veces lo mejor de en estos casos es soltar. Dejar ir esos intentos y esas expectativas, y vivir lo que realmente está sucediendo en cuerpo y alma. Sumergirnos en la experiencia, por intensa y extraña que esta sea. Puede que te sorprendas enormemente con lo que te encuentres por el camino. Por mi propia experiencia este es uno de los mejores consejos que te puedo dar a este respecto.
A veces los días malos son sólo eso: días malos. Es humano y por mucho que intentamos hacer para que las cosas cambien, sentimos que no podemos hacer nada. Quizás nos sintamos impotentes y frustrados. Por eso es tan importante albergar un marco mental de aceptacion por encima de todo. Incluso sintiendo que no hemos podido hacer nada al respecto, aun pueden suceder dos cosas muy interesantes cuando no hemos podido cambiar el rumbo de las cosas.
Una de ellas es que puede que al final de esa jornada tengas reflexiones o inspiraciones importantes a raiz de lo que hayas experimentado. Estas reflexiones, estas nuevas ideas, quizás estaban ahí esperándote a recibir algo de atención o a ser descubiertas. Sólo por ello habrá merecido la pena haberlo pasado un poco mal ese día.
La otra cosa que puede suceder es que después de ese mal trago de día volverás a disfrutar con un poquito más de intensidad las cosas buenas de la vida, y tendrás las ganas de que así sea, preparando tu motor interno para levantarte a la mañana siguiente dispuesto a comerte el mundo.