¿Habéis escuchado alguna vez la expresión
“sordo emocional”? Os cuento de qué se trata. El cuerpo es sabio y expresa las emociones, por lo tanto si no sabemos escucharlo o atenderlo, si negamos nuestros afectos, más sufriremos corporalmente. Esa sordera psíquica produce una ruptura en la íntima unión que tiene el cuerpo con la psique y provoca las manifestaciones que conocemos como “psicosomáticas”.
Es cuando el cuerpo te puede, aparecen dolores que se mueven, enfermedades que tardan en curar o son continuas, recuerda esos resfriados eternos, si tu cuerpo va a la deriva y reacciona con enfermedades diferentes no solo es tu sistema inmunológico, es que ocurre algo en la psique y hay que tratar de descubrirlo porque el cuerpo emite señales, señales importantes que pueden cambiar nuestra vida y de hecho lo hace.
¿Cómo procesamos nuestras enfermedades?
Hay una conjunción entre lo sensorial y lo verbal. Cuando verbalizamos nuestras experiencias afectivas, recurrimos con frecuencia a metáforas sensoriales como “temblé de miedo”, “llevo una mochila en la espalda”, “me aplasta la pena”…
Tenemos que comprender que antes del lenguaje, el bebé utiliza su cuerpo en la máxima expresión para trasmitir el dolor, la angustia, la rabia…ya sea por hambre, ya sea por malestar o dolor, etc.
La madre hace una lectura de las emociones y las enmarca en palabras para saber qué ocurre. El lenguaje, solo el lenguaje pone límites a la angustia y construye nuestro psiquismo. La somatización es una forma de protolenguaje que aparece en el principio de nuestra vida. Cuando las emociones no pueden ser elaboradas psíquicamente, son somatizadas.
¿No has tenido alguna vez un dolor en el estómago? Vas al médico y te diagnostica gastritis, que en épocas de estrés se agudiza y se mezcla con un ardor intenso que hace que no puedas digerir ni comer determinados alimentos. Aparecen más gases de la cuenta y pinchazos de vez en cuando para seguir avisándote. Tú día a día hace que la salud se resienta, el ritmo del trabajo, la vida privada que llevamos a veces a un extremo, las responsabilidades del hogar que nos han inculcado, y añádele si tienes hijos o hijas y pretendes conciliarlo todo de forma armónica. Encima si nos han educado en la vieja escuela o en la nueva, no importa realmente porque ambos estilos no son perfectos, solo si pretendemos hacerlo todo sin pedir ayuda demostrando al mundo nuestras capacidades y habilidades, si sumamos el querer sentirnos aceptados y recibir la aceptación en forma de cariño o relaciones afectivas que nos conducen a la dependencia, los apegos infantiles que siguen manifestándose en la adultez y las carencias que hemos arrastrado de la adolescencia, encima si nuestras familias no han sido perfectas que yo me temo que no, pues qué quieres que te diga…un desamparo afectivo que produce un agotamiento mayor que el propio trabajo.
¿Qué hacemos sentir o no sentir?
Pues muchas veces por evitar conflictos o peleas con los/as demás, evitando la confrontación familiar o laboral, lo hacemos con nosotros o con nosotras mismas y esta lucha en este caso concreto se manifiesta en el estómago. Es la incapacidad de digerir las emociones que se quedan atravesadas o ancladas en este caso en el órgano del sistema digestivo. Es la sensación de explotar ¿verdad? como si el estómago cogiera más tamaño y acumulamos, acumulamos y nos exigimos y nos exigimos cada vez más. La necesidad de apego y protección se traduce especialmente en disturbios en el área digestiva.
Se traduce como la persona necesita de un mejor
alimento afectivo.
Todo conflicto capaz de provocar ansiedad, culpa, deseo reprimido o agresividad puede desencadenar manifestaciones somáticas.
Pude leer en alguna ocasión algunos casos concretos que me parecieron muy importantes, más que nada porque son enfermedades consideradas del siglo XXI y sobre todo occidentales. Veamos algunos:
- Hipertensión: se considera como su nombre indica como una extrema tensión, y a la vez, de un fuerte deseo pasivo de librarse de ella. Ambas tensiones son inconscientes y se observan ante todo, no te lo pierdas, en personas que aparentan ser muy tranquilas e incluso lentas.
- Dolores de cabeza: si no hay alguna causa física más profunda, pueden padecerlos personas de bastante inestabilidad emocional. Según un área de la psicología, estos individuos tienen tendencia a la depresión y muestran un gran apego hacia sus progenitores. Se encuentran en lucha contra una actividad hostil inconsciente dirigida a destruir la inteligencia de alguien, pero los propios sentimientos de culpa vuelven esa tendencia a la propia cabeza.
- La piel: es la frontera física con los/as demás y con el entorno. Las afecciones dermatológicas señalarían dificultades en las relaciones entre el “yo” y los otros.
- Aparato respiratorio: la respiración está vinculada con la angustia. Los resfriados frecuentes o muy largos pueden ser consecuencia de pequeños estados depresivos que no se registran conscientemente.
Toma nota de estos casos concretos y presta más atención al cuerpo o por lo menos la debida, porque nos da señales para afrontar nuestros problemas, yo siempre lo he dicho sobre todo como afirmación conmigo misma, el poder de la autocuración comienza sabiendo reconocer nuestro propio cuerpo y lo que quiere expresarnos, y ya sabes, es un lenguaje tan interno que venimos ya con esa información a este mundo, sólo debemos de “no olvidar” a comunicarnos con nuestro interior.
Claves a tener en cuenta:
- Todo el mundo tiene puntos débiles y cuando hay tensión estos puntos débiles tienden a enfermar. Algunos de estos puntos pueden variar dependiendo de las épocas o de los hechos. Ponte “al loro” que hay conflictos que atender seguramente.
- Ayúdate poniendo palabras a las sensaciones, a lo que te pasa, te ayuda psicológicamente y también corporalmente.
- Cuando el dolor decide instalarse en tu cuerpo, ya hay que preguntarse cosas más serias y profundas… ¿tu vida es satisfactoria? ¿qué falta o qué sobra?
En resumen ¿qué le pasa a nuestro cuerpo que a veces parece que está en nuestra contra?
Pues que todo conflicto psíquico lo pasamos al cuerpo, y es que no podemos separar cuerpo-mente…y no decimos nada ya de la energía. La “energía psíquica” se retira de las representaciones mentales, desaparece de la mente y quedando libre decide instalarse en un órgano o alguna función del cuerpo. El síntoma físico es la manifestación del conflicto interno que queremos expresar de alguna forma.
Este “viaje” del conflicto de la mente directamente al cuerpo es un intento de resolver el problema sin sufrir mentalmente. Hay que ver cómo somos los humanos. Es más fácil tomarse un ibuprofeno para el dolor de cabeza que pararse a reflexionar sobre el camino de nuestra vida y nuestras emociones.