“Ama a tu prójimo como a ti mismo”: Todos lo hemos oído en repetidas ocasiones y es posible que nunca nos hayamos detenido a analizar su significado. Tenemos claro que debemos amar a las personas de nuestro entorno, pero ¿qué ocurre con nosotros mismos? ¿nos queremos lo suficiente?
Desde la infancia se nos ha enseñado a querer y respetar a los demás, olvidando en muchas ocasiones, que también debemos aprender a queremos y respetarnos a nosotros mismos. En consecuencia, hoy es frecuente encontrarse con personas que priorizan las necesidades de los demás por encima de las suyas de forma excesiva. Conversando con estas personas, es muy probable que afirmen que se quieren muy poco. Su principal problema es que tienen la autoestima muy baja.
Tener baja autoestima no significa pasarse el día triste, pero si tener una imagen equivocada de uno mismo y no apreciarse ni valorarse suficientemente. Las personas con baja autoestima suelen ser muy sensibles a los comentarios o comportamientos negativos, además suelen autoexigirse demasiado, prestando más atención a sus carencias que a sus virtudes.
Tener la autoestima alta, por lo contrario, significa saber quererse y valorarse a uno mismo. Las personas con alta autoestima son capaces de, por una parte, aceptar sus defectos, y por la otra, valorar y aprovechar todas las cualidades que poseen. Si bien es cierto que todos deberíamos intentar mejorar a diario, tenemos que tener claro que nadie es perfecto y nunca llegaremos a serlo.
Las personas con alta autoestima, además de tener mucha confianza en sí mismas, son capaces de solicitar ayuda y son muy respetuosas con las opiniones de los demás, pues no se consideran mejores ni peores que ellos.
Una vez se conoce la teoría, parece sencillo llevarla a la práctica para mejorar la confianza en uno mismo, pero en realidad no lo es. La primera dificultad que nos encontramos cuando deseamos mejorar nuestra autoestima es que no nos han enseñado a hacerlo ni estamos acostumbrados a tenerla. El segundo obstáculo suele ser la falsa creencia de que los demás pensaran que nos hemos convertido en unos engreídos o incluso egoístas.
Aprender a quererse es un camino largo pero muy agradable y la recompensa será mucho más que satisfactoria. Tres pasos muy importantes serán los siguientes:
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[*]Aprender a respetarnos tal como somos, sin límites ni condiciones
[*]Dejar de compararnos con otras personas
[*]Valorar todo aquello que somos capaces de lograr, por sencillo que parezca
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Sólo cuando seamos capaces de querernos a nosotros mismos, seremos capaces de dejarnos querer por los demás, seremos más felices y mejoraremos así nuestras relaciones.