Un hombre que extravió su pasaporte poco antes de ir a un país extranjero.
A medida que la fecha de salida prevista se acercaba más y más, su pánico interior se acumulaba.
Su mente se aceleró rápidamente, tratando de pensar donde podría haberse perdido el pasaporte.
Lo buscó arriba y abajo. Intentó varios trucos mentales en vano. Se reprendía a si mismo : "¿Como pude haber sido tan estúpido de perder el pasaporte? ¡Ahora no hay tiempo para conseguir otro?"
A medida que el fatídico día se acercaba, se enfrentó a un dilema real: sin pasaporte, no hay viaje.
Perder el viaje tendría un montón de consecuencias negativas ya que era tanto de negocios como de placer, y hubiera creado una situación difícil.
Por último, se acordó de hacer la técnica del dejar ir. Se sentó y se preguntó a si mismo:
"¿Cuál es el sentimiento básico que he estado ignorando?"
Para su sorpresa, el sentimiento básico que le vino fue el sufrimiento.
El sufrimiento se asoció a no querer separarse de alguien a quien quería mucho.
También había un miedo asociado a la pérdida de la relación, o al menos al debilitamiento de la misma debido a su ausencia.
Al soltar el dolor y el miedo asociado, de repente se sintió en paz con el asunto.
También llegó a la conclusión de que si la relación no podía manejar una ausencia de dos semanas no valía mucho la pena de todos modos; así que, no había realmente nada que arriesgar.
Tan pronto como se sintió en paz, al instante recordó dónde estaba el pasaporte.
De hecho, estaba en un lugar tan sencillo y obvio que sólo el bloqueo inconsciente podía explicar por qué no lo había recordado. Huelga decir que todos los miles de pensamientos acerca de la pérdida del pasaporte, el viaje fallido y las posibles consecuencias al instante desaparecieron. Su estado emocional se convirtió en uno de gratitud y felicidad en vez de la frustración.
Texto del libro "El Camino de la Entrega", de DAVID R HAWKINS, página 33.