Palabras tan cotidianas y usadas con tanta frecuencia que hemos perdido el sentido de decirlas. Decir “¡buenos días!” es desear a esa persona que tenga verdaderamente un buen día. Decir al despertar “¡Buenos días!” es decir al Mundo y al Universo “¡qué bueno es esto!” y cuando decimos lo bueno que es algo, decretamos y creamos algo bueno.
Hacer conciencia al decir “¡buenos días!”, mirar a los ojos a esa persona y regalarle una sonrisa al desearle desde el corazón que tenga un día bueno puede cambiarle el día. Y, definitivamente, cambia tu día.Ver sonreír a la persona es recibir de vuelta lo que hemos enviado. Creamos un círculo virtuoso lleno de amor.
Agradecer el día diciendo “¡qué bueno es el día!” es agregar esa vibración de la gratitud a nuestro presente y, si mi sonrisa es genuina, sumo la elevada vibración de la alegría a este maravilloso, glorioso, mágico Nuevo Día.
Así que, “¡Buen día!”