Un peregrino se quedó a pasar la noche debajo de un árbol en un bosque cercano al pueblo en la más profunda oscuridad, oyó que alguien gritaba:
– ¡La piedra! ¡La piedra! ¡Dame la piedra preciosa, peregrino!
El peregrino se levantó, se acercó al hombre que le gritaba y le dijo:
– ¿Qué piedra quieres, hermano?
– La noche pasada, le dijo el hombre con voz agitada, tuve un sueño en el que se me reveló que si venía aquí esta noche encontraría a un peregrino que me daría una piedra preciosa que me haría rico.
El peregrino hurgó en su bolsa y le dio la piedra diciendo:
– La encontré en un bosque cerca del río. Puedes quedarte con ella.
El desconocido agarró la piedra y se marchó a su casa. Al llegar, abrió su mano, contempló la piedra y vio que era un enorme diamante.
Durante toda la noche no pudo dormir. Se levantó con el alba, volvió al lugar donde había dejado al peregrino y le dijo:
– Dame, por favor, la riqueza que te permite desprenderte con tanta facilidad de un diamante.
El peregrino contestó:
– La verdadera riqueza no consiste en acumular cosas, sino en compartirlas.
Fuente:http://shedsenn.com/2010/11/02/la-piedra-y-el-peregrino-reflexion/