Nórdicos, hindúes, judíos y chamanes… todos tienen su planta divina. Le mostramos qúe simboliza para cada cultura.
Muchas culturas tienen su Árbol Divino que explica su cosmología. ¿Una misteriosa coincidencia más? Lo único que cambia es la especie, sin embargo el simbolismo sagrado es siempre similar: la unión entre el cielo y la tierra.
Usted puede elegir su árbol protector según la cultura, religión o doctrina a la que es devoto, pero considerar el respeto por cada especie y el mensaje que implica es parte de entender que nuestro camino de ascensión espiritual se da al igual que un árbol y necesita de nutrición, luz, y espacio para crecer.
YGDRASSIL, EL FRESNO DE LOS NÓRDICOS
El fresno Yggdrasil aparece, en la mitología nórdica, no sólo como eje cósmico que enlaza los tres reinos superior, medio y subterráneo, sino como dramática expresión de una “realidad” en proceso de constante crecimiento y destrucción.
Es el más sagrado de todos los árboles, pero es bien sabido que todo lo sagrado presenta una dimensión sobrecogedora, que se confunde con una secreta fascinación.
Para los nórdicos, el árbol Yggdrasil constituía una imagen viva del mundo: los animales devoradores correspondían a las fuerzas desintegradoras que laten en el interior de todo lo creado que, por otra parte, contiene un núcleo de fuerza activa, la cual tiende a un constante desarrollo. En el árbol sagrado, no sólo queda materializada la constante lucha entre la luz y las tinieblas, entre las fuerzas de lo alto y de lo bajo, sino la secreta unidad que liga estos aspectos de la acción cósmica como expresión de una misma y fundamental realidad.
La Leyenda
En el principio solo existía un gran abismo vacío llamado “GINNUNGAGAP” y el “YGGDRASIL”, el árbol cósmico que sostiene a los mundos. En las raíces de este árbol había dos grandes reinos, uno de fuego llamado MUSPELL, y otro de oscuridad y niebla llamado NIFELHEIM. Entre los dos reinos, estaba HVERGELMIR, un gran caldero con agua burbujeante que alimentaba las aguas de los doce grandes ríos que flotaban sobre el gran abismo vacío “GINNUNGAGAP”, y que al precipitarse en él formaban gigantes bloques de hielo (éste es el “caos” original de todas las religiones primitivas).
En el amanecer de la existencia llamas de fuego del reino de MUSPELL caen sobre los bloques de hielo, formándose gigantescas nubes de vapor que surgen del gran abismo, formando los elementos, el espacio y un gran océano y la tierra, en un principio helada (vemos aquí al fuego fecundando las aguas, origen de mundos, bestias, hombres y Dioses).
Entonces surge a la creación la vaca “AUDHUMLA” (la Madre Espacio). Ella empieza a lamer y derretir el hielo y libera de él al gigante BUR, y de las gotas de hielo derretido se forma el gigante de hielo YMIR (los divinos hermafroditas, que surgen del absoluto en la aurora de la creación) a los que alimenta con cuatro ríos de leche que surgen de sus pechos.
Surgen los mundos sostenidos por el árbol sagrado, el YGGDRASIL, el árbol de la vida que sostiene a los nueve mundos (dimensiones superiores), la MIDGARD (tierra de los hombres o mundo físico), y el NILFLHEIM (las infradimensiones). Estos mundos se sostenían sobre sus ramas, y tres de sus raíces los comunicaban.
CÁBALA, EL ÁRBOL DE LA VIDA
El Árbol de la Vida cabalístico es uno de los más conocidos símbolos de la Geometría Sagrada. Su estructura está conectada con las sagradas enseñanzas de la Cábala Judía.
Es posible observar la estructura del Árbol de la Vida en muchas culturas del mundo y su estructura está representada en la naturaleza y se relaciona también con la Flor De la Vida.
Este Árbol de la Vida es una representación de las 32 rutas comprendidas en las 10 sefirot y las veintidós rutas por las cuales pasan. El Árbol de la Vida describe el descenso de lo divino al mundo manifiesto, y los métodos por los cuales la unión divina puede ser lograda en esta vida. También, puede ser visto como un mapa de la psique humana y de la labor de la creación, tanto de lo manifiestos como lo oculto. Es importante darse cuenta que la pura naturaleza de la divinidad es Unidad, y que los aspectos o emanaciones supuestamente separados existen tan solo en vista de lo emanado, viviendo en un estado de ilusoria separación.
Los nombres y números de los diez sefirot se ofrecen en el orden de lo superior a lo inferior:
1 – Kether (Corona) o Kether Elyon (Corona Suprema)
2 – Chokmah (Sabiduría)
3 – Binah (Entendimiento o Inteligencia)
4 – Chesed (Misericordia y Gracia) or Gedullah (Grandeza)
5 – Geburah (Severidad o Poder), Din (Juicio) or Pahad (Temor)
6 – Tifereth (Belleza) o Rahamim (Misericordia)
7 – Netsach (Victoria o Constancia)
8 – Hod (Gloria o Majestad)
9 – Yesod (Fundación) o Tsedek (Justicia)
10 – Malkuth (Reino) or Shekhinah (Inmanencia Divina).
ASHVATTA, LA HIGUERA DEL HINDUISMO
El Asvattha o Pipala se conoce en la India como la higuera sagrada, Ficus Religiosa. En Budismo es llamado Bodhi-Árbol, árbol bajo el que Budha alcanzó la plena iluminación. Metafísicamente es el árbol del universo, simbolizando la estructura vital de este y de sus jerarquías cósmicas en todas sus variadas interrelaciones. Sus raices, dirigidas hacia arriba, el origen o el espíritu, representan al ser supremo o causa primera, el logos, que recuerdan a Kether del árbol cabalístico, y sus hojas, hacia abajo, la verdad contenida en los sagrados libros de los Vedas, que como las hojas del árbol nutre y mantiene el universo. También puede verse como símbolo del ser humano. Sólo quién va más allá de sus raíces no se reencarnará, liberándose del ciclo temporal de vida y muerte y de la dualidad de la existencia alcanzando la eternidad, lo que también recordaría en Cábala a Ein-Sof, el infinito.
En la obra clásica hindú Bhagavad Gita, en sánscrito “el canto del Señor”, se sintetizan las principales filosofías y doctrinas de los Vedas. El Canto o Gita forma parte de la epopeya hindú del Mahabharata, y literariamente se concreta en un diálogo de elevada filosofía espiritual, con diferentes niveles de lectura, en el que el héroe Arjuna es instruido por Khrisna sobre el combate que tiene que librar contra sus enemigos (sus egos), y la forma de derrotarlos para alcanzar la inmortalidad.
En el capítulo XV y uno de los más importantes del Bhagavad Gita, por encontrarse en él todo el sentido de la obra, se hace una descripción del árbol sagrado Asvattha. A continuación, una descripción de los Upanishad (libros sagrados hinduistas escritos en sánscrito) de su simbolismo: “El señor de la muerte habla del árbol cósmico que arraiga en el Ser, el alma cósmica: esa es la higuera eterna, que tiene sus raíces en lo alto y sus ramas en lo bajo. Esa es la raíz de lo puro, es el Ser inmortal. Todos los mundos se asientan en ella, y nadie puede pasar más allá. Esa es la verdad. Su forma no es visible, pues nadie la percibe con el ojo, sólo el corazón, el pensamiento y la mente pueden concebirla. Aquellos que saben eso, alcanzan la inmortalidad”.
EL ÁRBOL PARA CHAMÁNES Y ABORÍGENES
Los chamanes serían los sabios de las tribus capaces de conectarse con la divinidad, y encontraron muchos de esos mensajes en los árboles, a los que le dieron vida, entidad y poder.
Para los yakutes –pueblo nativo de Siberia- el árbol es un abeto gigante, en cambio una hermosa leyenda uranicaza, la de los trágicos amores de Bo-khan, el primer chamán, y una doncella celeste, cuenta que el fruto del amor humano- divino fue un niño que su madre despechada abandonó bajo un árbol para que éste lo nutriera con su savia. Ese árbol era un álamo, y de él se dice que desciende la raza de los chamanes. Seguramente este sea el origen del porqué el chamán asiático sube los siete peldaños simbólicos en un altar hecho con madera de álamo.
Entre los Araucanos y Mapuches de la Patagonia el árbol sagrado por excelencia es el folle o canelo, en el que cuentan se siente Nguenechén, el dios de las raza indígena. Los indios respetuosos del mito milenario saben que bajo su sombra no se puede mentir o hacer promesas vanas porque la amenaza de castigo es terrible para el transgresor.
Dicen que en la flora austral cada especie tiene un espíritu guardián que reside en ella y la protege y por eso el aborigen, antes de cortar la más pequeña rama o recoger un fruto, deberá pedir permiso a su invisible “señor”. Los dueños de los árboles más venerados y propiciados con ofrendas materiales son los del canelo, del maitén, del boldo, y del pehuén. Cada uno tiene su rango divino, y el aura mítica lo envuelve a los ojos azorados del indígena.
El pehuén, en especial, recibe el cariño y la veneración de los antiguos habitantes del sur, sobre todo en Neuquén. Lo sienten tan profundamente propio que lo han elegido como un emblema, y se llaman así mismo los “pehuenches”. E incluso como los hijos suyos buscan para el casamiento la bendición del mítico pehuén, la que les asegurará una unión buena y fecunda. Y es forma que lo consiguen… si el primer encuentro ente los esposos se realiza bajo las ramas protectoras de la especie sagrada.