Después del adiós: duelo por un amor

Muchas veces no sabemos qué hacer con el profundo dolor que nos deja el adiós. No entendemos la razón ni concebimos el sinsabor que acompaña a la despedida. Es ese el momento justo que tanto temíamos, el que tanto evitamos, el que tanto lastima: el adiós. Luego de la despedida sobreviene un largo silencio lleno de vacío: el duelo por un amor.

Con el adiós al ser amado llega la pregunta, ¿qué hago ahora sin él? ¿qué hago con tanto dolor?

Los días, meses o años después de la despedida podrían convertirse en la pesadilla más tenebrosa que hayamos vivido si no sabemos dejar atrás el pasado, si no dejamos ir lo que alguna vez fueron nuestras alegrías, pero que ya no lo son.

La tristeza y el desconsuelo son emociones inevitables, sin importar quien haya tomado la decisión o sin mirar las circunstancias de la ruptura. Lo que sí podemos evitar es la prolongación del dolor, la aparición de un sufrimiento innecesario y de un duelo eterno.

Con la ruptura, la sensación de desolación es indescriptible porque no sólo perdemos al ser amado, sino también vemos desvanecer el hermoso proyecto de vida que habíamos construido junto a él y que parecía sostener el presente y el futuro de nuestras vidas.

Para que el resentimiento y la ira no terminen destruyéndonos es necesario centrarnos en nuestra recuperación para volver a sonreír. Aquí comparto algunas ideas sencillas que pudieran ayudarte a ti o a cualquier otra mujer a retomar su camino de bienestar, después de que le han roto el corazón:

Todo quedó atrás: Es despedirse desde el alma, es dejar ir al otro y a todo lo que él significó en tu vida. Es desprenderse de lo que fue importante pero que ya no lo es. Es sentir que la esperanza para esa relación ya está muerta. Es empezar de nuevo. No es sólo creer en que todo terminó: es saberlo, es vivirlo.

Corte de raíz: Corta todos los contactos con personas que te faciliten información acerca de él o que te recuerden tu relación (sólo mantén las necesarias). Seguir alimentando los recuerdos de un amor que no volverá, sustenta el sufrimiento. Asimismo, estar en contacto con amigos comunes o familiares podría estimular tu necesidad de saber más sobre él, lo que prolongaría tu dolor innecesariamente.

Regresa a ti: Retorna a tu esencia. Es hora de complacerte a ti misma. Si has olvidado cuál es tu actividad favorita, recupérala. Siéntete bien con lo que haces. Invierte tiempo y energía en lo que más te gusta, en lo que te hace sonreír y disfrutar. Goza de la paz interior que ahora puedes cultivar.

Abajo los contactos: Mientras estés en duelo, evita la constante comunicación con tu ex, en caso de que tengas que llegar a acuerdos con respecto a los hijos (sólo la necesaria). Muchas veces usamos a los hijos para escudriñar en la vida del ex. Recuerda: con eso sólo estarás prolongando tu malestar y tu nostalgia por un amor que ya está muerto.

Finalmente, cuando el desamor o el adiós nos rompen el corazón, tenemos dos caminos:

1- Nos echamos al mundo de los lamentos, rencores y venganzas para lanzar nuestras vidas en las profundidades del sufrimiento, o bien…

2- Lloramos el adiós para luego recibir la luz que iluminará nuestras sonrisas y le dará la bienvenida a nuevas experiencias y quizá, a un nuevo amor dulce, libre y bonito.


Por: Tibaire Araujo