La motivación no es innata ya que existen factores que producen un desgaste en el entusiasmo: el cansancio, los obstáculos del camino, el miedo, el pensamiento negativo y las dudas. La automotivación se educa a través de hábitos positivos: ¿Cómo reforzar tu potencial recordando que los límites más fuertes son aquellos que te impones a ti mismo?
Recuerda los motivos de tu acción
Después de que haya pasado un tiempo desde que el sujeto emprende una acción determinada, puede sentir que se ha alejado de esos motivos iniciales. Sin embargo, el gesto de recordar las razones iniciales de la acción, también refuerza el compromiso con un proyecto. Conviene realizar este ejercicio de visualización cuando se trata de un proyecto a largo plazo.
Amor al deber
El valor del esfuerzo muestra el amor al deber como un medio de interiorizar la disciplina como un estilo de vida que establece resultados positivos en el trabajo y también, en el plano personal. Claro que deben existir espacios para el descanso y la pereza, sin embargo, sería imposible desarrollar la fuerza de voluntad al compás del apetecer del momento y de la improvisación constante.
Cambia tu pensamiento
Reinterpreta tu propia realidad para poder motivarte a ti mismo en una situación concreta: ¿Cómo actuaría esa persona a la que admiras en caso de que estuviese en tu situación? Este ejercicio puede ayudarte a ganar objetividad respecto de tu vivencia al ponerte en el lugar de otra persona. Con frecuencia, los problemas muestran una perspectiva distinta desde la distancia.
Aprende a conocerte para conocer tus puntos fuertes y tus puntos débiles con el objetivo de evitar el autoboicot en la consecución de metas. Lucha por tu objetivo pero sin obsesionarte: la vida continúa en todos los ámbitos por lo que conviene no tener una visión reduccionista de la existencia.
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