¿Qué prefieres: creer que puedes lograr tu objetivo o tener la certeza de que lo vas a conseguir?
Sin duda, la mayoría nos quedamos con la certeza, incluso aunque las probabilidades apunten a un éxito
casi seguro.
¿El pequeño inconveniente? Que, por mucho que nos guste lo seguro, certezas hay muy pocas en la vida.
(La muerte y pagar impuestos, según Benjamin Franklin.)
Por lo que no nos queda de otra que
aprender a confiar: en nosotros mismos, en los demás o, como estamos hablando en esta entrada,
en aquello que hacemos.
Si te embarcas en un objetivo,
has de creer en lo que haces. Así, sin la total certeza de que lo conseguirás. Es más, combatiendo el bombardeo de dudas que te asalten de tanto en tanto y levantándote cuando caes (más de una vez, si es preciso).
Y seguir creyendo. Seguir adelante.
¿Quién tiene acaso la fórmula perfecta para llevar a buen término todo cuanto emprende?
Nadie. Cualquiera que persigue un objetivo, asume riesgos y ha de confiar, como estás haciendo tú.
Confiar en que vale la pena el trabajo diario.
Confiar en que no estás malgastando tu tiempo.
Confiar en que estás progresando.
Confiar en tu criterio.
Confiar en tu fuerza (aunque muchos días sientas cómo te flaquean las piernas).
A veces es difícil. El camino se hace largo y cuesta arriba. Te pierdes. Te caes.
Y, no, no hay certeza absoluta de tu éxito. Pero dentro de ti está lo que necesitas para levantarte:
Confianza.
Mira bien, si no la ves. En más de una ocasión te ha sostenido y ahora, que te hace falta, está esperando a que la abraces.
http://tusbuenosmomentos.com/2014/06/confia-haces/