Uno de los problemas que afligen a la humanidad es la falta de afecto. Niños, hoy día tan faltos de cariño y criados a la buena de Dios, ¡cuyo futuro es un interrogante!
Adolescentes, cuya infancia fue bien conducida, pero por circunstancias ignoradas, se han dejado llevar por ilusiones, ¡terminando en la marginalidad! Padres y madres de familias a quienes faltaron principios morales o la fortaleza de espíritu para vencer los obstáculos, se han dejado llevar por el desánimo, comprometiendo la vida de sus hijos y familiares. Vayamos a los orígenes de esto: ausencia de amor, de ejemplos familiares, de los políticos, la falta de justicia y por qué no decirlo, incluso de la sociedad y de las religiones ambiciosas. La juventud tiene un tanto de esos malignos ejemplos reflejado en sus mentes.
En muchos casos, sabemos que la causa está en el ADN de la edad media, en vidas pasadas. Pero la falta de conocimientos espirituales contribuye al desequilibrio entre los seres humanos.
Por tanto, tal como podemos analizar, difícil será exigir a otros aquello que no están en condiciones de ofrecer. Por lo regular nos gusta exigir, nos parece fácil la ejecución de esta o de aquella opinión imprescindible, mientras no llega nuestro turno de poner en práctica nuestra propia conducta de buenos ejemplos.
Somos muy exigentes con los demás, pero complacientes con nosotros. No debemos olvidar que la siembra es libre, depende del deseo de cada cual, pero la cosecha es obligatoria.
Quienes ya están en posesión de algunos conocimientos de la verdad, tienen mayores responsabilidades. El perdón no será encarado como figura de expresión, ¡la venganza es inconcebible!
Quienes han recibido ya el regalo de la filosofía del Espiritismo, y si, más que esto, ella ya ha penetrado en su alma, su posición frente a tal acontecimiento es bastante superior. ¡Tenemos que ofrecer los ejemplos para todos de nuestra transformación moral y el deseo de ver al prójimo feliz!
Si, por ventura, no sientes por parte de quienes te rodean más que cierta indiferencia o incluso desprecio, apela a tu alto entendimiento, en el sentido de mentalmente encaminarles vibraciones de afecto; sólo así, poco a poco, ellos irán recibiendo tus vibraciones de amor, de comprensión, y muy pronto podrás notar los primeros resultados. Cree en la fuerza del sentimiento elevado del amor. Ahora bien, si te alimentas de pensamientos de rebelión, ira, venganza y odio, la situación será cada vez más conturbada.
No debemos olvidar en nuestras mentes los sentimientos de compasión, de perdón y el deseo de ver la felicidad del prójimo. Nuestras actitudes, nuestros pensamientos deben y pueden cambiar cualquier situación.
Debemos tratar de armonizarnos espiritualmente con todos, procurando en nuestras plegarias envolverlos en la certeza de que la vida continúa y las disensiones habrán de terminar algún día.
Tengamos confianza y buen ánimo. Cuenta con la victoria final, sin preocuparte por el tiempo. La perseverancia es la amiga incondicional, siempre lista para llevar al triunfo a aquellos que en ella saben confiar. Nuestros anhelos de ideales nobles llegarán al fin unidos, cuando sepamos querer y firmemente esperar.
Hemos de tener en mente tan sólo los pensamientos positivos, porque los negativos atan nuestras mentes, acorralan nuestro corazón y hacen llorar a nuestra alma.
No obstante, todo está en nuestras manos gracias al libre albedrío, pero ¿qué significa esta libertad de pensamientos, actitudes y acciones que nos hace sentir alegres? Es la capacidad que todo ser humano posee, de ser responsable por sus actos. Los seres excepcionales están temporalmente reservados de él.
A medida en que se progresa, más y mejor uso se hace de esa extraordinaria libertad divina.
La felicidad que sentimos en saber hacer uso de nuestro libre albedrío nos hace incentivar a los demás a que también hagan buen uso de ese derecho. ¡Sin embargo, hay personas llenas de orgullo y egoísmo, que subyugan a quienes de ellos dependen, esclavizándolos a sus caprichos, robándoles las aspiraciones! Éstos son dominados porque su libre albedrío está en fase de incubación; cuando, por el transcurso del tiempo lleguen a la plenitud, sabrán auto-gobernarse.
Hemos de ser todos solidarios con la libertad de cada uno, porque a ésta se vincula la libertad de todos.
La nueva pedagogía enseña a respetar los derechos de los niños. También quiero incluir a los adolescentes, a la juventud y a los más ancianos, porque son los que sufren siempre las interferencias de quienes se consideran sus dueños; ese poder no es más que exceso de cuidado, no para mejorar a la persona querida, sino para intentar moldearla a su perfil como si éste fuese el más acertado del mundo.
Es muy cierto que a veces todos tenemos momentos de indecisión. La meditación, el auto-análisis indica al fin el camino a seguir. Si, no obstante, algún pensamiento aparece y se infiltra en nuestra mente, haciendo sobresalir los puntos negativos, y junto a ellos vienen las insinuaciones del miedo, es posible que nos venza si nuestra convicción no es suficiente, si nuestra fe no tiene una base firme; a esto se llama vulgarmente, falta de equilibrio.
Cada uno de nosotros debemos saber qué es lo que realmente queremos, y sólo la satisfacción de nuestros anhelos nos traerá alegría, éxito, felicidad y naturalmente el amor; o bien infelicidad, desgracia y tristeza. Está en juego el libre albedrío, es decir, la elección, la decisión, el abandono del miedo.
Vencerá el más equilibrado, el más libre; éste es el que más cerca estará de Dios. Si fracasamos en nuestras elecciones, vence el miedo, porque es el alimento de los desequilibrados, de aquellos que no tienen fe.
No echemos nunca la culpa a nadie de nuestros deslices, de nuestras caídas, puesto que el ser humano es el artífice de su propia vida. Haya voluntad fuerte de acertar, de aprender, de amar y ser feliz. Por eso, no dejes a cargo de otros las decisiones. Sé libre y justo, para no volverte apático.
Asume siempre las responsabilidades que te corresponden; ¡el libre albedrío asume posición, puesto que es él quien preside nuestros destinos!
por Bernardino Nilton Nascimento