Con frecuencia, los seres humanos caemos en la trampa de poner demasiadas condiciones a la felicidad. Al punto de que caemos en el
autoengaño de creer que seremos plenamente felices justo en el momento en que las piezas del puzzle de la vida encajen en la forma y modo en que nosotros queremos. Esto es la gratitud condicionada que se produce a modo de causa y efecto en el corazón humano. Sin embargo, si nos quedamos en esta plano de realidad, es probable que acabemos frustrados la mayor parte del tiempo al darnos cuenta que existen
imprevistos, azar y muchas cosas que escapan a nuestro control. Es hora pues, de dar el salto a la gratitud incondicional que te conecta de forma directa con el placer de estar vivo.
Motivos de gratitud
El primer motivo de
gratitud fundamental es empezar el día dando gracias a la vida por el regalo de una nueva jornada en la que recibes más expresiones de amor de las que puedes imaginar. Valora los detalles más pequeños en tus relaciones con los demás. Por ejemplo, la
amabilidad con la que una persona te atiende en una tienda también es motivo de gratitud.
Además, también es importante que pienses en las
razones por las que tienes motivos para estar agradecido contigo mismo. Puedes elaborar una lista con treinta razones por las que puedes practicar la gratitud interior hacia ti.
La gratitud
incondicional también te conecta con la trascendencia de valorar la belleza del universo, el orden que hay en las cosas y el placer estético.
La gratitud también puede ir más allá del momento presente. Por ejemplo, recibe con gratitud todo el legado de saber a través de la
historia de la literatura.
Los regalos más importantes
Disfruta del regalo del
amor, el placer de la amistad, el poder de un abrazo, la maravilla de un nuevo atardecer… Pero en la vida, también tienes que disfrutar del gran regalo del tiempo.
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