Los símbolos son signos que sintetizan información de manera tal que, en poco espacio, le permiten al receptor decodificar, interpretar y comprender su significado.
Nos conectan con la dimensión espiritual de la realidad por el solo hecho de ejecutarlos. Evocan valores y sentimientos que representan ideas abstractas en forma metafórica o alegórica.
Son el idioma en que la energía, la naturaleza o la divinidad se comunican con nosotros. El símbolo es la llave de nuestro potencial más profundo. Si unimos el conocimiento del símbolo con la comprensión de la tradición que lo transmite, estaremos abriendo el camino más directo a nuestro interior, a la reconciliación con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea, a la vez que una vida más plena. Nos ayudan de un modo rápido y sencillo a volver a nuestro origen primigenio, a “nacer de nuevo” en términos espirituales.
En relación con la persona que los experimenta traducen, interpretan y representan lo espiritual en función de la conciencia. Rescatan algo que ya existe dentro de uno. No tienen poder en sí mismos sino que actúan para ayudarnos a enfocar nuestro propósito.
La historia del simbolismo muestra que todo puede asumir significancia simbólica: los objetos naturales, ó cosas hechas por el hombre y también cosas abstractas.
El hombre es propenso a crear símbolos. Transforma inconscientemente los objetos o formas en símbolos dotándolos de gran importancia psicológica.
Hay dos grupos principales de símbolos: un grupo incluye los que se toman de la naturaleza (el sol, la luna, la oscuridad, las estrellas, el agua, el árbol, la serpiente, las estrellas, una roca, una montaña, un lago, personas y animales) y otro constituido por aquellos creados artificialmente (las letras del alfabeto, los mandalas, el signo de Yin/Yang, los mantras y símbolos de Reiki y los relatos que ilustran los principios espirituales).
Dentro de un contexto espiritual funcionan como arquetipos de una realidad superior, la experiencia de lo divino, que es posible alcanzar a través de la expansión de la conciencia por ejemplo durante una experiencia de meditación o de visualización.
Difundidos o descubiertos espontáneamente, símbolos, mitos y ritos revelan siempre una situación límite que el hombre descubre al tener conciencia de su lugar en el Universo, y no solamente una situación histórica.
No se trata tan sólo un comportamiento arcaico, sino más bien de tener conciencia de la riqueza espiritual que semejante comportamiento implica.
Los símbolos, mitos e imágenes pertenecen a la esencia de la vida espiritual; pueden camuflarse, mutilarse, degradarse, pero jamás extirparse.
El símbolo revela los aspectos más profudos de la realidad a los que no es posible acceder por cualquier otro medio de conocimiento. No se trata de creaciones irresponsables de la psique sino que, más bien, responden a una necesidad y cumplen la función de dejar al desnudo las modalidades más secretas del ser.
Por qué funcionan
Un símbolo no es algo mágico que actúa tan solo por llevarlo consigo como un amuleto. Es preciso contar con el conocimiento sobre su significado y aplicación, sobre la realidad interior que representa y tener una disposición de humildad y respeto. Sólo pueden funcionar porque la persona, sabiendo qué es lo que evocan, accede a su acción con una actitud de confianza y apertura.
Constituyen, con su formato simple y abreviado, una especie de “disparador” de conceptos y realidades generalmente mucho más complejas y profundas. Cuando interpretamos un símbolo lo que hacemos es desvelar su contenido elevando su soporte sensible hasta alcanzar la idea que lo origina.
Los símbolos de Reiki son como llaves que abren las puertas de la mente superior ayudando a conectarse rápidamente con las energías superiores y a creer en la obtención del resultado puesto en la intención de sanar.
Qué efecto producen
Los símbolos actúan como receptores de radio. Pueden estimular el proceso de comprensión en el sentido de lo creativo, lo intuitivo y lo analítico-intelectual en todos los niveles cuando nos abrimos a ellos con actitud sincera y un grado adecuado de experiencia.
Nos ayudan a conectarnos con nuestro ser interior para alcanzar la plenitud de nuestro desarrollo como seres humanos integrales, promoviendo el bienestar en todos los niveles y la expansión de nuestra conciencia.