No siempre sabemos
controlar nuestras emociones negativas. Estamos calmados y tranquilos y, casi sin darnos cuenta, nos vemos invadidos por la ira, la rabia, el miedo o la sed de venganza y, cuando esto ocurre, perdemos totalmente el control hasta que, a duras penas, recuperamos la calma.
Evitar esto requiere un mejor autoconocimiento de nuestras emociones. Uno de los métodos que tenemos para lograrlo es darles nombre cuando aparecen.
Identificar la emoción
Uno de los problemas de la falta de manejo de las emociones es que no sabemos identificarlas. Sólo sabemos que hemos perdido el control, y que dejamos de ser dueños de nosotros mismos.
Cuando sintamos que la emoción negativa se dispara, es el momento de pararnos y determinar
qué estamos sintiendo. Si no nos resulta fácil determinar el momento en que esta aparece, sí podemos ser conscientes de los síntomas físicos que la acompañan, como palpitaciones, dolor en el estómago, opresión en el pecho o cualquier otra que nos resulte familiar.
Darle nombre
Cuando notemos los síntomas, nos pararemos un momento y respiraremos para relajarnos, con lo cual conseguiremos rebajar la intensidad de la misma. Es en ese momento cuando debemos, siendo muy honestos con nosotros mismos,
nombrarla, cuanto más concreto mejor. Sea cual sea, no debemos juzgarnos a nosotros mismos por sentirla, sino tan sólo identificarla.
Comprender y manejar la emoción
El gesto tan simple de haberla identificado nos permitirá comenzar a
manejarla. Es el momento de saber qué da paso a esa emoción, especialmente cuando no es congruente con el estímulo y averiguar qué situación, qué palabra o qué recuerdo la pone en marcha.
Aceptar cómo nos sentimos nos permite
elegir cómo dejar de sentirnos así y reaccionar de forma diferente. Por ejemplo, en lugar de gritar como locos y dar golpes cuando sentimos ira, podemos decidir manejarla de otro modo más beneficioso para nuestro bienestar emocional.
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