Los adultos mayores, tenemos verdaderas dificultades a veces, de pedir algo. Algunos son impositivos y otros muy permisivos, pocos son los que logran mantener el termino medio, valorándose lo suficiente, para solicitar sin temor lo que necesitan, sin pecar de prepotentes, ni de mendigos.
A veces, el no querer molestar se transforma en una molestia mayor, ya que los hijos, o los que le rodean no saben como actuar.
Muchas veces, no son las palabras las que hieren, sino como se dicen.
Si yo necesito ayuda, debo tener la suficiente confianza, para solicitarla, en forma simple y sencilla, sin dramas.
Cuando aun era bastante joven, en una oportunidad me operaron, lo que me invalidó bastante, no podía moverme, ya que era peligroso.
Sin tomar verdadera conciencia de lo expresado por el medico, me levante al baño a ducharme, sin pedir ayuda. Como resultado de mi prepotencia, en vez de un mes, pase tres meses convaleciente, lo que al fin fue peor, que no haber tenido la humildad, de aceptar mi incapacidad.
Muchas veces hay personas mayores, que se caen con consecuencias complicadas, solo por no llamar a una persona que les ayude a levantarse.
Cuesta aceptar que ya no podemos hacer algunas cosas solos, mas aun cuando hemos sido muy autosuficientes.
Es ley de la vida que cuando pequeños, necesitamos a nuestros padres para enseñarnos a andar y al envejecer necesitamos a nuestros hijos si los tenemos, para caminar apoyados en ellos.
Es un ciclo que es necesario vivir en la mejor forma..............humildemente...................pero sin aceptar ser atropellados por eso.............Los de la Edad Dorada tenemos nuestra dignidad y nos hemos ganado el derecho de ser atendidos, amados y muy mimados...........
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