Después de un día pesado de trabajo, mi madre preparó un plato de salchichas y pan tostado muy quemado y se lo dio a mi padre. Esperando que él lo note, me quedé sentado observando la situación. Aunque mi padre lo notó, tomó un pan tostado quemado, sonrió a mi madre y me preguntó qué tal me había ido en la escuela.
No recuerdo qué le contesté, pero sí recuerdo a mi padre untándole mantequilla y mermelada al pan y comérselo todo sin quejarse.
Cuando me levanté de la mesa y me fui a mi cuarto, escuché a mi madre pidiéndole disculpas a mi padre por los panes tostados que se le quemaron. Nunca olvidaré lo que él le dijo: “Cariño, no te preocupes, a veces me gustan los panes tostados bien quemados”.
Antes de dormir fui a dar el beso de buenas noches a mi padre y le pregunté si le gustaban los panes quemados. Él me abrazó y me dijo: “Tu mamá tuvo un día difícil de trabajo, está cansada y un pan tostado un poco quemado no le hace daño a nadie. La vida está llena de cosas imperfectas, gente imperfecta…Debemos aprender a aceptar los defectos y decidir cómo reaccionar ante las diferencias de los demás, eso es muy importante para tener una relación sana y duradera. Un pan tostado quemado no debe romper un corazón”.
Reflexión
La comprensión y la tolerancia es la base de cualquier tipo de relación humana. Hay que saber ser empático y ponerse en el lugar de los demás antes de reaccionar de manera fea con los demás. Sé más amable con las personas, no sabes qué problemas, qué situaciones tuvieron en su día, sé considerado con los demás. Todos libramos algún tipo de batalla diaria. La felicidad es una decisión que cada uno toma.
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