Nuestro cuerpo tiene limitaciones, pero nuestra alma no tiene límites.
El deseo del cuerpo es recibir mientras que el deseo del alma (nuestro verdadero deseo) es compartir. Permitir que nuestra alma tome las riendas es lo que nos pone en contacto con la habilidad para superar nuestras limitaciones.
A través del compartir, elevamos nuestra conciencia a un lugar en el que podemos derrumbar los muros en nuestra vida para extendernos así a conquistar las cosas que una vez sentimos que eran imposibles.
Si quieres volverte un ser sin límites, comparte tanto como te sea posible.
Yehudá Berg