¿Cuándo fue la última vez que hiciste tuya la alegría de otra persona? ¿Te contagias de las emociones de la gente que encuentras?
Contagiarse de las emociones de los demás es casi inevitable. Ocurre lo mismo que al entrar a una habitación que está impregnada de olor a tabaco, por ejemplo. Cuando sales de ahí y llegas a tu casa, te das cuenta de que a tu ropa y a tu pelo se les ha pegado el olor, aunque tú no hayas tocado un cigarrillo.
Ese aroma no es de los más deliciosos, ¿verdad? Tampoco lo es el estrés, la crispación, la mala leche… Y lo mismo
se te pegan cuando pasas un rato rodeado de personas que andan de mal humor.
Pero esta entrada no va sobre los olores que no te agrandan (cualesquiera que sean). Justo lo contrario: Va de esos de los que te apetece quedar impregnado;
va de la alegría de la que quieres contagiarte.
Ejemplos hay dondequiera: en casa, en el trabajo, en la tele… o, tal vez, en plena calle. Tan sólo has de prestar un poquito de atención y conectar con las emociones positivas de las que te apetece participar.
Observa cómo cambia tu estado de ánimo, por ejemplo, cuando te quedas mirando a un niño pequeño que está riendo divertidísimo con las cucamonas que le hace su padre. O cómo tú también sonríes cuando te saluda un dependiente que hoy se sale de contento.
No sólo se pega “lo feo”. Hay gente alrededor que despide un aroma muy alegre y da gusto dejarse impregnar por él.
Además, ya impregnados de ese buen humor, podemos extenderlo por ahí y
contagiar a quien conecte con nosotros. Habrá muchos que estén deseosos de dejarse contaminar de alegría.
¿Lo has comprobado? Si no lo has hecho, esta idea es fácil de llevar a la práctica. ¡Experimentemos!
http://tusbuenosmomentos.com/2014/12/conectar-alegria/