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La postura física que adoptes durante solo unos minutos puede cambiar tu nivel de confianza, tus niveles de hormonas del estrés o tu capacidad de persistencia, entre otros efectos.
Todos hemos visto en alguna ocasión cómo las personas con mayor confianza y que sienten que tienen el mando en una situación dada, tienden a adoptar posturas más “expansivas”, como estirar las piernas, entrelazar los dedos de las manos detrás de la cabeza o hacer que sobresalgan codos y piernas. Por el contrario, las personas más cohibidas y con menos poder, tienden a adoptar posturas en las que el cuerpo parece estar más encogido, ocupando menos espacio.
Parece bastante lógico que la postura de una persona refleje cómo se siente, pero, ¿y si hacemos al contrario? Es decir, ¿y si, independientemente de cómo nos sintamos, adoptamos una determinada postura física? ¿Influye eso en cómo nos sentimos? Según las investigaciones, la respuesta es sí. Estos son los resultados de algunas de ellas.
1. Aumentar la confianza. Investigadores de las Universidades de Harvard y Columbia les pidieron a los participantes que adoptaran diversas posturas durante un minuto cada una. Para algunos, las posturas fueron expansivas, mientras que a otros les pidieron que adoptaran posturas “encogidas” (por ejemplo, con la cabeza ligeramente inclinada hacia abajo y los brazos cruzados con fuerza sobre el pecho).
Al evaluar los resultados, los investigadores comprobaron que los cambios que estas personas experimentaron fueron importantes:
- El grupo de las posturas expansivas se sentía más poderoso y con mayor dominio que el resto de los participantes.
- Tanto las mujeres como los hombres que adoptaron las posturas expansivas mostraron un aumento en sus niveles de testosterona, la hormona responsable de esa sensación de mayor control y seguridad que experimentaron, mientras que los que adoptaron posturas encogidas mostraron una disminución en los niveles de esta hormona.
- Los niveles de la hormona del estrés, cortisol, disminuyeron tras la adopción de las posturas expansivas y aumentaron tras adoptar las posturas encogidas. Es decir, en el grupo expansivo disminuyó la sensación de nerviosismo y ansiedad mientras que en el otro grupo aumentó.
2. La fuerza de voluntad y resistencia. Si lo que necesitas es aumentar tu
fuerza de voluntad y resistencia mental, prueba a tensar los músculos. Un estudio realizado por Hung y Labroo (publicado en el Journal of Consumer Research) encontró que las personas que tensan sus músculos son más capaces de soportar el dolor, resistir las tentaciones de comida, tomar un medicamento desagradable y prestar atención a información perturbadora. Por tanto, si estás en una situación en la que necesitas aumentar tu fuerza de voluntad o tu resistencia para soportar ciertas cosas, tensa los músculos y no solo estarás haciendo tu cuerpo más fuerte, sino también tu mente.
3. ¿Necesitas ser más persistente? Cruza los brazos. Si te encuentras con un problema difícil y estás a punto de tirar la toalla, prueba antes a cruzar los brazos, pues al hacerlo estás aumentando tu capacidad de persistencia para alcanzar una
meta. Un estudio de Friedman y Elliot, publicado en la revista European Journal os Social Psychology, mostró que los participantes que cruzaban sus brazos rendían mejor en la tarea de resolver un anagrama y que este efecto se debía a su mayor persistencia. No obstante, los participantes parecían no ser conscientes del efecto de cruzar los brazos.
4. Creatividad e introspección. En un experimento similar al mencionado anteriormente, cuando los investigadores, Lipnicki y Byrne (The Australian National University, Canberra), les pidieron a los participantes que se tumbaran, resolvieron los anagramas con más rapidez que los que no se tumbaron. Según los investigadores, estar tumbado disminuye la actividad noradrenérgia en una zona del cerebro llamada locus cerúleus, lo que facilita la resolución del anagrama. Según los autores, dado que la resolución de anagramas es un problema de insight (comprensión de una causa y efecto específica), estar tumbado puede ayudar a resolver problemas de este tipo. Por tanto, prueba a tumbarte cuando necesites reflexionar sobre tu propia conducta, pensamientos y emociones para alcanzar una mayor comprensión de ellos.
5. El poder de los gestos: persuasión y aprendizaje.
Fridanna Maricchiolo y sus colaboradores encontraron que gesticular con las manos ayuda a las personas a ser más persuasivas. Los más efectivos son aquellos gestos que ayudan a entender mejor lo que estás diciendo. Pero los gestos no solo te ayudan a ser más persuasivo, sino también a aprender mejor.
Cook y sus colaboradores encontraron que los niños a los que pidieron que gesticularan mientras aprendían un nuevo concepto matemático, recordaban mejor lo aprendido. Por el contrario, cuando les pidieron a los niños que hablaran, pero sin gesticular, mientras aprendían, no tuvo ningún efecto. Según los autores, es posible que la gesticulación sirva como un modo alternativo de representar las ideas, ayudándonos a pensar mejor.
6. Imitar a los demás para entenderlos mejor. Imitar un acento no familiar ayuda a descifrarlo mejor. Imitar las expresiones, gestos o posturas de los demás, nos ayuda a ser más empáticos y entender mejor lo que están sintiendo o pensando e incluso podría ayudarnos a predecir lo que van a hacer.
A raíz de estos resultados, podemos extraer como conclusión que incluso cambios de corta duración en la postura de nuestros cuerpos pueden tener un efecto importante en nuestra mente y nuestra fisiología. Por tanto, ten cuidado con la postura con la que te mueves por la vida.
http://motivacion.about.com/od/Cuerpo_mente/fl/Como-usar-tu-cuerpo-para-cambiar-tu-estado-mental.htm