Solemos pensar que solucionar problemas pareciera ser nuestra única misión en esta vida. No sabemos cómo ni por qué, pero a veces sentimos que somos un imán para atraer desgracias, y lo peor es que la mayoría de las veces no sabemos cómo salir de este aparente circulo vicioso. Bueno, te tengo una excelente noticia… abandonar esta espiral de problemas depende única y exclusivamente de ti. Tu actitud al enfrentarlos será lo que marcará el ritmo y la velocidad con la que emerjas del abismo en el que a veces sientes que caes.
Por mi parte, soy una convencida de que toda circunstancia que llega a mi espacio tiene una intención positiva. Los problemas y las situaciones que calificamos como “difíciles”, no son más que formas de aprendizaje y evolución si sabemos enfrentarlas con fortaleza, determinación y responsabilidad. Entendiendo que si aparecen durante nuestro transitar por esta vida es porque así lo hemos elegido, que son necesarias para nuestro desarrollo personal y espiritual, y por lo tanto podemos superarlas.
Todos tenemos las herramientas necesarias para superar cualquier circunstancia que consideremos desfavorable, se trata solo de acudir a esa sabiduría que yace en nuestro interior y que representa el poder de la conciencia de Dios en acción actuando en cada uno de nosotros, desde nuestro corazón.
Sin embargo, muchas veces no lo logramos, o si lo hacemos sentimos que el costo ha sido demasiado alto y que la situación ha consumido gran parte de nuestra energía, dejándonos exhaustos y con un amargo sabor en la boca. Esto pasa porque nos quedamos atascados en el drama que esta representa para nosotros, tejiendo alrededor de la misma una maraña de calificativos negativos, preocupándonos en lugar de ocuparnos y dándole cada vez más y más energía al problema comentándolo continuamente, con un dejo de victimización, a todo aquel que se cruza por nuestro camino. O nos vamos al otro extremo, el de la resignación, lo que tampoco es sano porque en lugar de ubicarnos por encima de lo que nos molesta y nos genera sufrimiento, nos convertimos en su esclavo.
La clave para lograr sobreponernos de manera armoniosa a cualquier dificultad es no dejarnos afectar por la misma. Y sí, seguramente estarás pensando: “
Claro, eso es muy fácil decirlo, pero no tan fácil hacerlo”, y tienes razón, requiere mucho esfuerzo y compromiso de nuestra parte, pero no necesariamente dolor y sufrimiento, eso se lo agregamos nosotros cuando pretendemos resolverla desde el ego. Se trata de no nadar contra la corriente, de aplicar nuestra sabiduría interior para observar la situación desde arriba, en perspectiva, como si estuviésemos viendo una película, y desde allí comenzar a transformarla.
Si logramos hacer esto saliéndonos del drama, podremos con claridad determinar si el problema es la consecuencia de una situación externa que escapa de nuestro control, como por ejemplo, la crisis económica de un país, o si debemos endosarnos por completo el mismo y asumir la responsabilidad por nuestras acciones.
Si resultase ser lo primero, debemos entonces hacernos conscientes de una verdad desde hace mucho tiempo olvidada. Y es que siendo hijos de Dios, siendo una extensión de su mente, nada en el mundo puede ser superior a nosotros. Hemos sido dotados con la capacidad y el poder necesarios para disolver cualquier condición externa que nos esté generando sufrimiento. Y si no podemos físicamente disolverla, porque no está en nuestras manos hacerlo, sí tenemos el poder de anular sus efectos sobre nosotros.
Este enorme poder yace en nuestro corazón, pero como no lo sabemos, tampoco nos lo creemos y por tanto no lo practicamos. Nos dejamos atormentar hasta por la más insignificante condición, percibiéndola como un gran monstruo que ha venido a asustarnos y a atormentarnos. Un monstruo al que le damos poder con nuestra preocupación, a través de nuestras conversaciones y con la falsa percepción de que somos incapaces de resolverlo o de sobrevivir a él.
Nuestra mente es el más poderoso instrumento de creación que tenemos, por lo tanto aquello en lo que pensamos se convierte inevitablemente en nuestra realidad.
Si por el contrario, al actuar con valor y honestidad somos capaces de comprender que la dificultad que nos aqueja ha sido creada por nosotros a través de nuestros pensamientos, creencias y/o conductas erradas, debemos entonces con humildad y perdón hacia nosotros mismos asumir nuestra responsabilidad y emprender las acciones que sean necesarias para corregirla. Comprender cuáles han sido los conceptos e ideas equivocadas que nos han llevado hasta donde estamos, así como también las acciones que nos han conducido a tal situación, será la clave para superarla y para elevarnos por encima de ella y poderla vencer. Nuestro sincero deseo de rectificar siempre es recompensado por el Universo, el cual se encarga de colocar a nuestro alcance todo cuanto sea necesario para que nos liberemos de todo lastre que nos impida avanzar libres por la vida.
Es preciso hacernos conscientes de aquellos patrones y conductas que ya no funcionan, pues a veces nos resistimos a abandonar viejos hábitos por el gran esfuerzo que esto requiere de nuestra parte. Es entonces cuando la vida nos obliga a enfrentar drásticamente la situación para que aprendamos a soltar amarres del pasado y liberarnos de temores, apegos y dudas.
Lo importante es volver la mirada hacia nuestro interior para darnos cuenta y comprender esta gran verdad. Una verdad que nos empodera y nos da la fuerza necesaria para liberarnos del sufrimiento, al entender e internalizar que toda dificultad es una posibilidad de adelanto y superación que la vida nos regala para fortalecer la voluntad, corregir errores y avanzar en el sendero que conduce al reencuentro con nuestro verdadero Ser.
http://www.inspirulina.com/como-quitarle-poder-a-los-problemas-para-evitar-el-sufrimiento.html