Es sorprendente ver cuando reflexionamos sobre nuestros errores como una y otra vez volvemos a lo mismo. Queremos hacer los cambios para que nos vaya mejor, pero no lo logramos. Pensemos un poco y nos daremos cuenta que la solución no está en los demás sino en nosotros mismos. Dejemos de culpar a la voluntad divina, el destino o el prójimo de nuestros fracasos, errores o frustraciones. Es verdad que cuesta pasar la página, decir basta, cerrar esa puerta para que otras se abran. Pero también es cierto que nos cuesta dejar el pasado. Pareciera que nos gusta sufrir. Y es verdad, en el fondo somos un poco masoquistas o simplemente nos gusta vivir en una fantasía o un sueño de nuestra mente. Vemos lo que creemos ver, no la realidad y nos negamos a lo que está totalmente visible ante nuestros ojos.
Nos gusta estar en la nebulosa y aunque nuestros afectos o amigos nos quieran abrir los ojos, nosotros mantenemos en secreto la realidad que queremos ver. Nos creamos, muchas veces, un mundo irreal que poco tiene que ver con el auténtico. Se diría que nos gusta sufrir.
Debemos cambiar de actitud si queremos que esa realidad cambie para bien nuestro. Lo primero será asumir que estamos equivocados, que no estamos asumiendo la actitud correcta ante los problemas que tenemos y que, fingir o pretender que no existen, no nos ayudará.
Asumir la verdad es primordial. Luego comenzaremos a cambiar poco a poco esos pensamientos que hemos ido depositando en nuestra mente y que son recurrentes. Nuestra mente es como una computadora que graba todo y permanentemente nos está acusando lo que ella retiene. Si comenzamos por cambiar esos pensamientos negativos por afirmaciones positivas, poco a poco iremos cambiando el panorama de nuestra vida. Todo comenzará a resolverse y al ver los mejores resultados, experimentaremos mayor entusiasmo y nuestras vivencias nos harán sentir mejor. La ley de atracción dice que todo aquello que damos es lo que recibimos. Si damos amor, recibiremos amor. Si sembramos problemas recibiremos problemas, si generamos conflictos, nuestra vida se teñirá de disputas y contrariedades. Todo lo malo vuelve. y vuelve multiplicado. pero a su vez, todo lo bueno también se multiplica en cosas buenas. Para sentirnos mejor y atraer con nuestra mente vibraciones mejores para nuestra vida, comencemos ya por mandar al cosmos vibraciones positivas que nos permitan disfrutar de la vida con amor. La vida es bella y por lo tanto no tiene razón sufrir y dejarla pasar sin disfrutar todo lo hermoso que nos ofrece a diario.
A veces estamos tan agobiados y angustiados con nuestros problemas que no nos damos espacio ni lugar para gozar de las pequeñas cosas. Piensen. ¿Cuánto hace que no se detienen a escuchar a los pájaros cuando cantan al amanecer? ¿Cuánto hace que no van a visitar a un amigo y compartir unos mates mientras charlan de vuestras cosas? ¿Cuánto hace que no van a visitar a vuestros padres que les esperan para que les compartan sus proyectos y les cuenten de vuestra vida? ¿Se acuerdan de ir a ver a sus abuelos que les extrañan y desean darles su amor y contarles sus historias? ¿Se sientan por las noches al lado de vuestro hijo cuando se va a dormir y le preguntan cómo fue su día? ¿Le dicen que lo aman? ¿Han reparado en la inmensidad del cielo y sus astros por la noche? ¿Cuánto hace que no miran las estrellas? ¿Se han dado cuenta como está reverdeciendo todo de a poco, debido a la primavera? ¿Ven como todo florece y se llena de color? ¿Han advertido la importancia de poder tener los sentidos y además caminar, sentir, pensar y poder expresar lo que piensan o sienten? Hay tanta maravilla en el mundo que ya lo hemos olvidado.
El ágil quehacer y la locura diaria detrás del consumismo hacen que cada día estemos más mecanizados y poco a poco vayamos perdiendo la capacidad de asombro y el valor de las pequeñas cosas, que son las que tienen mayor valor, las que alimentan nuestro espíritu. Lo material es importante en la medida que nos permita vivir dignamente pero no la ambición desmedida que nos hará esclavos y no nos permitirá gozar de todo lo bueno que la vida y el universo nos regalan. Comencemos hoy mismo a pensar en positivo, a creer que somos merecedores de todo lo bueno que la vida nos otorga. Estamos vivos, debemos y podemos nutrirnos de lo mejor, pero para ello debemos atraerlo pensando en positivo. Todos podemos lograr lo que deseamos, pues somos artífices de nuestro destino. Tenemos el libre albedrío para construirnos una vida mejor. Comencemos hoy mismo enviando al cosmos nuestras mejores vibraciones de amor por la vida y la humanidad toda y eso nos volverá multiplicado. Practiquémoslo y nos irá mejor.