Se pierde la armonía cuando se acumulan muchos mensajes negativos en la mente. Es normal que toda persona los tenga. Durante la niñez, especialmente, se han recibido varios de ellos. Como a esa edad la capacidad crítica no está desarrollada, se aceptan como verdades.
Conviene identificar estos mensajes, sacarlos a la luz para que no sigan afectando tu presente y tu futuro. Si ellos permanecen en el fondo de tu mente, no podrás controlarlos y se manifestarán como deficiencias en tu personalidad: timidez, inseguridad, falta de confianza en sí mismo, agresividad, recelos, etc.
Una manera de irlos sacando al exterior es hacer una lista con las personas que se relacionaron más estrechamente contigo en tu infancia. Luego, al lado de cada nombre, colocar los mensajes perturbadores o negativos que recuerdes que te hayan dejado. En seguida, repites la lista y colocas, junto a cada nombre, los mensajes positivos que te legaron.
Haces esto sin ánimo de molestarte con nadie, sino que con el único objetivo de identificar estos mensajes, darte cuenta que no los tenías cuando naciste, sino que fueron llegando a tu mente a través de los años. Planifica mensajes positivos que contrarresten a los negativos. Reflexiona que ahora eres una persona diferente y que no tienes por qué aceptar como verdad esas afirmaciones perturbadoras.