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| EL EFECTO DE LAS FORMAS PSÍQUICAS | |
| | Autor | Mensaje |
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Nemesis CO-CREADOR@
Desde : 09/01/2009 He aportado : 24878
| Tema: EL EFECTO DE LAS FORMAS PSÍQUICAS Sáb Nov 08 2014, 21:55 | |
| Cualquier persona que decida observarse a sí mismo detenidamente para averiguar cuáles son sus defectos y sus virtudes, se dará cuenta de cómo se han desarrollado los mismos desde su misma infancia y según haya sido su vida. En realidad, la personalidad se construye gracias a la actividad, circunstancias, experiencias, decisiones, etc., pero sobre todo gracias a la repetición, pues un hecho bueno o malo repetido muchas veces se convierten en virtudes o vicios y cualidades o defectos. Tanto unos como otros tienen sus correspondientes formas psíquicas en el Mundo del Pensamiento y en el Mundo de Deseos, de ahí que cuando pensamos, sentimos, deseamos y actuamos positivamente nos sintamos más felices, más armónicos y equilibrados, tengamos mejor salud física y mental, y colaboremos con la obra de las Jerarquías Creadoras y los Maestros y Hermanos Mayores.
La influencia de nuestro propio Espíritu, a su vez influenciado por las Jerarquías y Dios mismo, hace que en cada vida nos esforcemos por hacer mejores cosas en el mundo físico, que seamos más solidarios, más altruistas, y que construyamos un mundo mejor y más cómodo. Eso mismo ocurre respecto a nuestros cuerpo de deseos, si en la prehistoria no éramos conscientes de lo que en esoterismo llamamos cielo hoy tenemos materia de deseos en nuestro cuerpo astral que nos permite percibir y vivir dicho cielo. Por supuesto que lo mismo ocurre con nuestra mente o cuerpo mental, si hace unos siglos éramos todo egoísmo, envidia o lujuria (entre otros vicios) hoy hemos desarrollado la humildad, la solidaridad, la tolerancia, etc.
Así es que, como podemos comprobar, nuestra propia evolución nos lleva a situar nuestra conciencia en la subdivisión más elevada de cada mundo, es decir, en lo más alto del mundo físico del mundo de deseos y del mundo mental. De todo ello lo más fácil es crear cosas buenas en el mundo físico; después, aunque menos fácil, sería crear siempre buenos sentimientos, deseos y emociones a la vez que no manifestamos ninguno malo; y, por último, crear pensamientos positivos y evitar que la mente ande suelta actuando por su propia cuenta y manifestándose negativamente. Cuando llegue ese día seremos creadores natos de formas psíquicas positivas y estaremos constantemente ayudando al mundo.
Un verdadero clarividente está capacitado para ver las formas psíquicas creadas por el hombre, las cuales hablando más concretamente de las negativas, limitan y condicionan a la humanidad. Hay infinidad de formas psíquicas negativas que perjudican seriamente y algunas de ellas tienen su origen en los primeros tiempos del ser humano, es decir, en la primera raza y subraza lémures y después el alguna subraza de la atlante. Una de las formas psíquicas que aún perduran es el miedo, el miedo originado en la Época Lemúrica dio paso al instinto de conservación y supervivencia y fue el aspecto primario de la autoconsciencia y del libre albedrío. La actividad de la naturaleza y del planeta en aquella época creó ese trauma colectivo y gran forma psíquica llamada miedo que aún subsiste y que causa grandes estragos en la humanidad. Esta forma, aunque situada en la región concreta del Mundo del Pensamiento, tiene también su forma astral en las regiones inferiores del Mundo del Deseo. El miedo se expresa en el hombre como desequilibrio nervioso, inquietud, tensión emocional, depresión, e incluso como enfermedades físicas, pasando por el mismo miedo a la oscuridad y a la muerte y esto será así hasta que el hombre deje de “dejarse llevar” por el destino, el instinto y las circunstancias, y se ponga a trabajar voluntaria y conscientemente para encontrar la vida superior.
Otra de las formas psíquicas que actúa desde los subplanos inferiores de los mundos mencionados y que afecta a la vida psicológica de la humanidad es el deseo sexual. Existen unas formas astrales (derivadas de las psíquicas) perpetuadas en el Mundo de Deseos desde la época lemúrica y alimentadas por la falta de pureza y de valores morales y espirituales en la humanidad, que no serán fácil aniquilarlas por su gran consistencia, estas son los “íncubos” y “súcubos”. Los íncubos (imagen astral masculina) y los súcubos (imagen astral femenina) están compuestos de la materia de deseos más grosera mezclada con éteres del mundo físico y, por ese motivo algunas personas muy dominadas por el vicio del sexo han experimentado (han invocado inconscientemente) la clara sensación de haber poseído o de haber sido poseídas por algún ser extraño como los mencionados. Dicho de otro modo, las personas que se dejan dominar por el deseo de sexo, los obsesos y las que tienen una imaginación ardiente y lujuriosa, atraen a estos seres gracias a las vibraciones que emiten.
Lo cierto es que lo que llamamos en esoterismo “el Purgatorio”, las regiones inferiores del Mundo de Deseos donde pasan muchos años las peores y más viciosas personas, están plagadas de estas imágenes y formas bestiales y repugnantes intentando penetrar en los cuerpos etéricos de las personas para influenciar su aspecto mental e imaginativo y así alimentarse del fruto de su imaginación y deseos. Naturalmente que para que una forma astral de estas afecte a una persona (sátiros, obsesos, ninfómanas, etc.) debe tener en su aura toda una serie de elementales o larvas astrales y etéricas creadas por ella misma lo que, a su vez, condiciona la vida de esa persona haciéndola, en ocasiones, un médium de dichas formas repugnantes. Por consiguiente, debe quedar claro que cada persona debería luchar para no colaborar como alimento de dichas formas, sino que debería elevar la vibración de sus cuerpos para que los elementales de su aura mueran de inanición y para que la persona misma no sea un elemento que impida la victoria de la moral y la espiritualidad en el planeta.
El egoísmo es otra de las formas psíquicas que dominan a la humanidad y también tuvo su origen hace millones de años. Complementario del “temor a perder todo lo conseguido” tanto en sentido físico como sentimental o mental, el egoísmo condiciona la conducta y el desarrollo normal de cada ser humano. Es cierto que el egoísmo tiene un aspecto positivo porque, además del materialismo, el machismo, etc., el egoísmo también es imprescindible para la adquisición de los valores humanos de justicia, morales, espirituales… sin embargo, cuando se siente internamente la necesidad de liberación espiritual, hay que comenzar a olvidarse de él. Llegará un momento en el cual tendremos que rechazar los valores obtenidos en el mundo físico para hacernos sencillos, humildes, libres de temores, etc. Es decir, cuando sintamos la necesidad de despojarnos de lo no imprescindible en sentido físico, sentimental, emocional y mental para reorientar nuestra vida hacia lo superior y elevado, será cuando comencemos a deshacernos y separarnos de la forma psíquica del egoísmo. Así, olvidándose de uno mismo y sirviendo desinteresadamente a los demás para conseguir lo mejor para la humanidad y no la gloria de uno mismo, es como se vence al egoísmo.
Estas formas psíquicas, junto a otras muchas que ha generado y genera el hombre (orgullo, odio, ira, venganza, vanidad…) forman una fuerza que se encuentra en el aura planetaria y en el de las personas que llevan consigo esa clase y grado de vibraciones. Pero hay infinidad de formas mentales, astrales y etéricas originadas por el hombre y llamadas normalmente elementales artificiales. Estos elementales son formas creadas por unos seres (en grandes grupos y desde distintos subplanos) de acuerdo a lo que cada persona es y contienen en su cuerpo de deseos, es decir, según sus deseos, sentimientos y emociones. Los hay de muy diferentes grados de vibración, forma y condensación y se unen de acuerdo a la ley de vibración y de selectividad, formándose así toda una serie de elementales que van desde lo más repugnante e indeseable hasta los más agradables; esto es indicativo (entre otras cosas) del desarrollo y grado evolutivo de la persona a la visión de un clarividente.
Pongamos un ejemplo, cuando una persona se dejar dominar por lo inmoral, lo insano, el materialismo, y los más bajos deseos, forma unas pequeñas concentraciones de materia astral que adoptan unas formas de larvas, gusanos y similares y que unos pequeños seres mantienen en el aura de esa perrona. Esto puede ser una entrada para que cierto tipo de elementales superiores influyan a la persona que, originalmente, ha hecho la llamada normalmente por ignorancia de estos conocimientos. Evidentemente esto indicaría el bajo grado de desarrollo espiritual de esa persona. Los elementales artificiales que el hombre crea consciente o inconscientemente, tienen su origen principalmente en los pensamientos. Los pensamientos poco fortalecidos suelen durar desde unos minutos hasta pocas horas, pero cuando se pone voluntad y concentración estos elementales pueden vivir días y, si hay repetición de pensamiento se prolongan sus vidas; así es que podemos imaginar lo que ocurre cuando los pensamientos, deseos y sentimientos son negativos. Cuando los pensamientos son sobre algo personal y negativo como el deseo sexual, la forma astral que se forma se pega a la persona y termina por cambiar su personalidad u obsesionarlo. Esto, a su vez, hace que estas entidades estimulen sus mismas vibraciones en los cuerpos astrales de otras personas, obteniendo como resultado la simpatía de personas con esas mismas debilidades o la antipatía de las personas morales y de tendencia espiritual.
Francisco Nieto | |
| | | Nemesis CO-CREADOR@
Desde : 09/01/2009 He aportado : 24878
| Tema: Re: EL EFECTO DE LAS FORMAS PSÍQUICAS Sáb Nov 08 2014, 21:56 | |
| EL EFECTO DE LAS FORMAS PSÍQUICAS (II)
El conocimiento nos debe llevar a trabajar para vencer (o pensar en ni sentir deseos de…) los aspectos más bajos de la humanidad, o sea, la maldad, el odio, la envidia, el rencor, el deseo de venganza, el egoísmo, las injurias, etc., porque de esta manera lo eliminaremos de nosotros mismos, de nuestro medio ambiente, de la atmósfera planetaria y de la propia creación de Dios. No pensemos que por el hecho de hacer cosas buenas y de decir palabras de simpatía y cariño ya estamos libres de hacer mal, el origen de todo está en la mente y una mente no controlada por la voluntad es un arma de doble filo. Para pensar bien, o mejor dicho para no pensar negativamente, no hay que ser santo, al contrario, el santo se hace gracias a que el individuo utiliza su mente voluntariamente para hacer el bien a los demás y para tenerla centrada en Dios. Lo mismo que la repetición del mal crea elementales artificiales y formas astrales muy perjudiciales para la humanidad, la repetición de una forma de pensamiento positiva crea formas y escudos protectores contra el mal.
Por lo general, no nos paramos a pensar lo que hacemos y lo que ocurre con nuestra mente, creemos que los pensamientos desaparecen por arte de magia, que ni siquiera existen, o incluso que después de crearlos van a alguna especie de basurero, sin embargo no es así. El ser humano está todo el día pensando e imaginando y no se da cuenta de ello pero el fruto de su mente imaginativa y creadora tiñe la atmósfera planetaria con su aspecto o carácter físico, emocional y mental, lo cual sienta las bases del ambiente social donde se mueve. Con esto quiero decir que si el hombre pensara e imaginara de una forma consciente y voluntaria obtendría como resultado un ambiente social mucho mejor; de hecho el espíritu familiar se alimenta de estos pensamientos e imaginaciones pero, es más, se forman otras entidades psíquicas a nivel de país, continentes y del planeta por medio de la labor de diferentes entidades de muy diferente grado de vibración.
Pero el efecto de nuestras creaciones mentales no queda solo en esto, ya hemos visto cómo aún subsisten entidades psíquicas desde la época Lemúrica y, hoy , aunque no corren los mismos tiempos, los Ángeles y sus colaboradores siguen cumpliendo su misión respecto al karma que origina nuestra imaginación y nuestros pensamientos bien o mal intencionados. El hombre crea y los Ángeles trabajan desde diferentes subplanos de los mundos físico, emocional y mental para dar forma a lo que corresponda como efecto kármico a la humanidad. Es decir, como la imaginación y el pensamiento tienen su origen en un Ego o estado de conciencia, los Ángeles actúan para que ese Ego reciba el resultado de su acción mental creadora, sea en el momento, en la misma vida, o en la siguiente. Es por esto por lo que los ocultistas intentamos controlar la mente a la vez que la utilizamos a través del corazón, quizás por eso decía San pablo que el hombre es tal y como piensa en su corazón. Y es que, el mal creado por los humanos y que está guardado como parte de su futuro kármico, puede ser transmutado cuando se piensa con el corazón de una forma voluntaria y consciente; eso es lo que cambia para bien el orden social y el karma individual y planetario. Así es que, cada persona, según su estado de conciencia y desarrollo espiritual está capacitada para originar karma dentro del estado social donde se mueva y, por tanto, debería meditar sobre la clase de entidades que atraerá con su pensamiento e imaginación y, como efecto, sobre los efectos que esto traerá al planeta y a ella misma.
Las situaciones sociales y circunstancias son efecto de las creaciones mentales y de la imaginación de los Egos como centros o estados de conciencia, así, no será lo mismo el ambiente social y circunstancias en un hogar cuyo matrimonio se ama y se respecta que lo contrario. Por tanto, según nuestro estado de conciencia y buena o mala voluntad estaremos colaborando o no con los Ángeles que intentan crear los ambientes sociales según el karma generado anteriormente por el hombre. Queramos o no, deberemos colaborar con estos Ángeles que administran el karma y planifican las situaciones sociales como ellos cumplen los mandatos de otras entidades superiores que saben cuál es el Plan de Dios y leen los designios y el pasado en la memoria de la naturaleza. Está demostrado que la meditación y la concentración desarrollan el poder del hombre sobre su mente, si a eso añadimos la observación sobre lo que hacemos, decimos y pensamos (conocernos a nosotros mismos) está claro que reorientaremos nuestras mentes de tal manera que notaremos los cambios en un futuro próximo respecto al ambiente social, la armonía y la felicidad interna y, por supuesto, respecto al karma futuro. En sentido general, los humanos estamos incluidos en alguno de los tres siguientes grupos:
1º.- El común de la humanidad, que no son buenos ni malos, que no razonan profundamente sobre la vida y el ser, que tampoco se interesan por la iglesia y el desarrollo del corazón y que están más bien dominados por las circunstancias, el trabajo y la diversión.
2º.- Los que se han desviado hacia el camino del mal y del materialismo que ejercen su poder sobre otros pero que les durará poco y terminarán encontrando el camino del bien.
3º.- Los precursores de la nueva era, aspirantes espirituales, custodios de la Sabiduría Eterna, gente de buena voluntad, personas altruistas y fraternales, y discípulos e iniciados.
La mayoría de las personas tienden a utilizar su mente creadora bajo el impulso de algún deseo o emoción, por instinto o impulso, o como hábito; pocos lo hacen consciente y voluntariamente con tal de no hacer mal a nadie ni a ellos mismos pensando en los resultados del karma. El aspirante espiritual debería conocerse a sí mismo para ver qué está sembrando con el pensamiento en su vida cotidiana; cómo responde ante el mal que observa y que hacen otros; si se deja llevar y si actúa instintiva o impulsivamente ante las circunstancias críticas, noticias, etc.; o si, por el contrario, observa tranquilamente los hechos y el mundo que le rodea para, después, actuar y pensar con verdad y justicia como un verdadero aspirante a la iniciación.
Francisco Nieto
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