Cuántas veces nos escuchamos a nosotros mismos diciendo “volví a enredarme con una mala persona”, “me volvieron a dejar” “volví a hacerlo”… Y son frases que parece que nos tuvieran atrapados en un mundo de repeticiones, con la condena de sentirnos siempre en un conflicto.
Y esto de repetir sucede porque no somos gobernados únicamente por nuestra razón ni por nuestro lado más consciente. Gran cantidad de aspectos no conscientes nos acompañan y nos conducen a esos actos y elecciones que tan ajenos a nosotros parecen pero que hablan mucho de nuestra esencia.
Nuestro mundo afectivo y nuestro mundo de relaciones se va a ir gestando en base a experiencias saludables y pérdidas, relaciones libres y momentos de sometimiento, que van generando que nuestro sujeto interior vaya tomando una posición frente al mundo, y parte de esa posición que tomamos es la que nos lleva a repetir y repetir, aunque nuestra conciencia nos diga que no estamos haciendo lo correcto o aparentemente lo mejor.
Esas repeticiones guardan una historia, la de cómo aprendimos a estar parados en la vida, cómo nos relacionamos con los demás y cómo nos construimos a nosotros mismos. Esas repeticiones deben ser estudiadas y analizadas con sumo cuidado como quien busca descifrar un misterio, el misterio de nuestra existencia.
En esa repetición hay un momento traumático, un elemento doloroso inicial o aquel dolor que no podemos manejar. Es como si uno negara algo, es un estado en el que siempre se está como en la primera vez “sin saber mucho, esperando todo”. Es como si uno al buscar escapar de aquello doloroso encuentra que la única manera de hacerlo funcionar es regresar una y otra vez al suceso traumático, a la pareja abusadora, al conflicto del que no se puede salir, ya que en ese contacto y esa repetición se busca escapar al dolor mismo original de nuestra historia.
Por eso es que aunque la lógica nos indique un camino que aparentemente nos evitaría un sufrimiento, algo, una parte nuestra niega justamente ese dolor, niega el abandono, el maltrato, el abuso o lo que fuere doloroso y vuelve al mismo camino, a la repetición.
Repetimos por varias cosas:
- Porque negamos el dolor
- Porque buscamos la salida
- Porque encontramos un placer de descarga en ese sufrimiento
- Porque encontramos un beneficio en esa manera de sufrir
- Porque estamos gozando en ese acto repetitivo
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