“La alegría, podemos sentirla en diferentes ocasiones, pero es en
el acto de crear que experimentamos las alegrías más grandes,
porque creando nos acercamos a la esencia misma de Dios. Dios
crea, y el ser humano que está hecho a su imagen es capaz
también de crear. Efectivamente, no hay ningún parecido entre
las creaciones humanas y la creación divina, pero en el
principio, no hay ninguna diferencia: el hombre es creador como
Dios.
Y puesto que la alegría más grande está en el acto de crear,
ha sido a los artistas a quienes les ha sido dado el placer de
saborear las más grandes alegrías. Diréis: «¿Y los sabios, y
los místicos?» En la medida que los sabios y los místicos son
creadores, pueden, evidentemente, experimentar también grandes
alegrías como los artistas. Podéis discrepar diciendo que
habéis conocido a muchos artistas desgraciados. Sí,
efectivamente, pero hay que comprender: cuando se habla de la
alegría del artista, es aquella que experimenta por el hecho
mismo de crear, esta alegría que da el acto de la creación. Y
por «artista», podemos entender también cualquier ser humano
que cree algo con sus manos, o mediante el sentimiento, el deseo
o el pensamiento. “
Omraam Mikhaël Aïvanhov