‘MÉNAGE À TROIS’El viernes me propusieron hacer un trío. Fue durante una cena-reencuentro con mis compañeros del colegio, a los que hacía mil años que no veía. Decidí sentarme con los hombres después de oír las conversaciones que tenía el sector femenino sobre pañales y vestidos de novia. Y después de que me soltaran el “¿y tú, aún no te has casado?” más incómodo de mi vida.
Un ‘ménage à trois’ es de esa clase de cosas que hay que probar, al menos, una vez en la vida
Entre los tíos era todo mucho más divertido. Hablamos de sexo durante horas y empezamos a contar nuestras anécdotas de cama más bochornosas. Me reí muchísimo, mientras notaba como Mario (el chico popular de clase que nos tenía a todas locas) me miraba más de lo normal.
No sé si me había dado nunca tanta vergüenza hablar con alguien del sexo opuesto. Se me venían a la cabeza todas las notitas de “amor” que le dejábamos en el cajón de su pupitre, o las veces que íbamos a ejercer de sus cheerleaders particulares cuando había partido de fútbol.
Cuando empezó el copeo, Mario se colocó a mi lado en la barra. “Cómo has cambiado, estás guapísima”, me dijo. Noté cómo me subían los colores y me ponía roja como un tomate, pero intenté disimularlo con sentido del humor. “¿Me estás diciendo que de pequeña era un orco?”, le contesté yo haciéndome la indignada. “Orco o no, siempre has sido la mejor”, me dijo señalando al grupito de arpías en que se habían convertido mis amigas de la infancia.
A partir de ahí no paramos de hablar en toda la noche. La verdad es que se había vuelto un tipo interesante, mucho más que el típico quarterback de las pelis americanas que era en nuestros años mozos. Cuando creía que ya lo tenía hecho, que aquella noche no iba a dormir sola, va y me suelta que estaba felizmente casado y tenía dos hijos.
Creo que fue al ver mi cara de decepción cuando se atrevió a decirme lo que le rondaba por la cabeza desde el principio de la cena. “Mi mujer y yo queremos hacer un trío, y creo que eres la mujer perfecta para hacerlo”. No os voy a negar que me sentí halagada, pero la verdad es que no supe qué contestar. Así que saqué mi vena maruja y curiosa y empecé a preguntarle el porqué de semejante proposición.
Me dijo que el ménage à trois había sido siempre su gran fantasía sexual y, en repetidas ocasiones, le había expresado a su mujer su deseo de hacerlo. Que le excitaría muchísimo ver cómo el amor de su vida besa y toca a otra chica que le gusta. Que su esposa siempre se había negado pero que, desde que nació su segundo hijo, estaba mucho más abierta a probar nuevas experiencias sexuales.
Me dijo que no querían hacerlo con cualquiera, que deseaban que fuera alguien que les inspirara confianza. Una persona con la que pudieran reírse luego y el post-polvo no fuera lo más embarazoso del mundo. Apuntó su móvil en una servilleta y me dijo que me lo pensara, que podíamos quedar antes para que conociera a su mujer sin ningún compromiso.
Llevo todo el fin de semana pensando en si quiero hacerlo. Por una parte, me atrae muchísimo la idea. Es de esa clase de cosas que hay que probar, al menos, una vez en la vida. Pero, por otra, siento que estaría inmiscuyéndome en una relación de dos casi perfecta. ¿Y si le gusta a uno y al otro no? ¿Y si ella tiene un ataque de celos? ¿Y si quieren repetir? ¿Y si deriva en una relación de tres a lo Vicky Cristina Barcelona?
Tendré que meditarlo…
Fuente:
http://www.hombremoderno.es/eros/menage-a-trois-a08/