Muestras arqueológicas que datan de miles de años atrás, han desembocado en la hipótesis de que el canibalismo estuvo presente en diversas culturas de Mesoamérica, Sudamérica y África como parte de sus rituales religiosos.
Ya en el siglo XX, dicha práctica fue postulada por Sigmund Freud, junto al incesto y el gusto por matar, como un deseo que necesariamente debe ser prohibido para poder vivir en sociedad, llegando a nuestros días como un tabú. Por estas razones los casos de antropofagia causan pavor -y cierta curiosidad- cada vez que salen a la luz.
JEFFREY DAHMER, EL CARNICERO DE MILWAUKEE
Jeffrey Dahmer nació en Estados Unidos y se volvió tristemente célebre por cometer, debajo de su aspecto sumiso, un combo de terribles crímenes como asesinatos, necrofilia y canibalismo.
Ya de pequeño, Dahmer se divertía torturando pequeños animales, de los que luego conservaba partes de sus cuerpos en formol. En la adolescencia comenzó a tener problemas con las drogas y el alcohol. Éstos le impidieron emprender exitosamente sus estudios universitarios y lo obligaron a dejar el ejército, al cual se había unido en 1979. Entre una y otra incursión institucional, cometió su primer homicidio sobre Steven Hicks, un autoestopista a quien levantó en una ruta para llevarlo a su casa, mantener relaciones, matarlo, descuartizarlo y esconder sus restos. Poco más de diez años después pasó diez meses en prisión, pero por abuso de menores.
Ni sus visitas regulares a la iglesia, celibato y alejamiento del alcohol lograron frenar su instinto asesino: en 1987, conoció a Steven Toumi, a quien invitó a pasar la noche en un hotel. A la mañana siguiente, Toumi estaba muerto. El periplo del carnicero continuó hasta 1991, año al que llegó con 12 nuevas víctimas con su firma. Una de las particularidades más espeluznantes es que de ellas ingería parte de su cuerpo, presumiendo que así algo de ellas se quedaba con él.
La perdición de Dahmer fue Tracy Edwards, quien logró escapar a su sometimiento y alertar a la policía. Los oficiales que llegaron a la casa del acusado se encontraron con un deplorable panorama: sangre en las paredes y una cabeza en el refrigerador del propietario.
Los últimos días de Dahmer no mejoraron. Fue sentenciado a 15 cadenas perpetuas y encerrado en el hospital psiquiátrico Columbia Correctional Institute, en Portage, donde murió luego de una pelea con otro interno.
En 2002 se estrenó la película Dahmer, inspirada en su vida y protagonizada por Jeremy Renner.
JOSÉ DORÁNGEL VARGAS GÓMEZ, EL ‘COMEGENTE’
Vargas era un vagabundo que merodeaba por la ciudad de Táriba, a 750 kilómetros de Caracas. Por su irrefrenable conducta se transformó en el primer asesino en serie conocido de la historia de Venezuela.
En 1995, fue internado en el Instituto de Rehabilitación Psiquiátrica de Peribeca por la muerte y posterior ingesta del cuerpo de Cruz Baltazar Moreno, pero pronto logró escaparse para volver a la indigencia, sin que nadie se dedicara a buscarlo.
Entre 1998 y 1999, diversas denuncias por desaparición de personas fueron tomadas por la policía de la ciudad. Luego se conocería que muchas de ellas fueron asesinadas por Vargas. Su metodología incluía dos víctimas por semana, a las cuales atacaba en las inmediaciones del parque Doce de febrero. Con ellas se alimentaba, cocinando su carne y descartando cabezas, pies y manos.
Finalmente, en 1999, miembros de la Defensa Civil venezolana encontraron restos de dos jóvenes en la zona del parque. La investigación dio como resultado el hallazgo de lo que serían seis cuerpos más. Los cargos contra Vargas no tardaron en llegar, especialmente tras descubrir en su precario rancho vestigios de carne humana. El ‘comegente’ no luchó ante esto y confesó sus crímenes, admitiendo el asesinato y consumo de al menos diez personas, pero se cree que sus víctimas superaron ampliamente esa cantidad.
ARMIN MEIWES, EL CANÍBAL DE ROTEMBURGO
La historia de este caníbal es realmente intrincada. No sólo por su crueldad, sino además por el desafío que le presentó a ley alemana.
Meiwes se había contactado por internet con quien sería su víctima: Bernd Jürgen Armando Brandes, un ingeniero de Berlín, quien -luego de un historial de torturas en rituales sexuales- pidió a Meiwe nada más y nada menos que cortara su pene. El deseo del ingeniero fue cumplido con un plus: entre ambos se comieron el miembro mutilado. Para darle un espectacular cierre a tremendo encuentro, el amputado fue asesinado con su consentimiento y devorado por el caníbal de Rotemburgo.
Un año después de tamaña reunión, la policía dio con Meiwe gracias a los mensajes que éste había dejado en distintos foros en los que expresaba su deseo de encontrar una nueva presa que estuviera de acuerdo en formar parte de actos similares a los cometidos con Brandes.
El problema surgió a la hora del juicio: la fiscalía encontró dificultades para darle la condena que deseaba, es decir, por asesinato con motivos sexuales, debido a que la víctima había estado de acuerdo con su asesinato. Finalmente logró darle cadena perpetua.
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